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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Peligro de confusión entre lo que es urgente y lo que es imprescindible

Como profesional que ha cambiado (y le han hecho cambiar) unas cuantas veces de cometidos, tanto en la empresa privada como en las administraciones públicas, he tenido presentes dos principios: tener claro que mi posición era pasajera y tratar de dar continuidad -en el antes y en el después- a mi trabajo.

No deja de sorprenderme advertir que parece condición propia de nuestro estado de persistente improvisación, despreciar todo o casi todo lo que ha hecho el anterior y no preocuparse de atender a que se es parte de una cadena de voluntades de perfeccionamiento del proceso del que, eventualmente, nos hallemos a cargo. 

Esta despilfarradora cualidad se descubre, especialmente, en las instituciones, que padecen de la ausencia de proyectos e iniciativas persistentes. Que nuestra socialdemocracia, que creíamos afianzada, adquiera ahora el aire de estar empezando otra andadura, no es tranquilizador, porque anuncia tensiones en el modelo que arriesgan romper el cántaro que tan trabajosamente habíamos construído.

Puede resultar imprescindible para el nuevo Gobierno reducir el déficit público, para cumplir con los "compromisos de Bruselas" (de los que fue garante, por cierto, un Gobierno que perdió las elecciones), pero es urgente no deshacer los cimientos del estado de bienestar, base de la cohesión social, para lo que se deben tener en consideración las consecuencias de reducir aún más el consumo, ya tan deprimido, y atender a la necesidad de crear puestos de trabajo.

Bruselas puede esperar; los mercados bursátiles pueden esperar. La economía real, las necesidades concretas, no. No debe importar en el ahora lo que piensen los inversores especulativos de ese juego perverso con los intereses de los pequeños ahorradores que es la Bolsa, ni siquiera el diferencial del interés que habrá de pagar el Estado respecto a los países cuya solvencia es juzgada con mayor benevolencia.

En coherencia con las prioridades y los tempos, cuidar que no se destroce la línea que supondría la continuidad de los logros de la democracia, es urgente, presentando -como se había anunciado, y ahora parece que sin intención de mantener el propósito- que el cambio de Gobierno supondrá una mejoría en la gestión del modelo, pero no un giro brusco del mismo. Porque mucho más importante que lo piensen de nosotros en el exterior, es motivar la confianza en que somos muy conscientes de cuáles son nuestras voluntades y necesidades.

 

 

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