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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre lo mucho que necesitamos la poesía

Sobre lo mucho que necesitamos la poesía

Aunque muchos lo ignoren, o hagan por ignorarlo, los seres humanos necesitamos de la poesía. Más que la forma de expresión acorde con uno de los géneros literarios, la poesía es una manera de sobrevivir.

A lo largo de la Historia, la Humanidad fue acumulando, consolidándolos como mensaje cultural que se ha ido transmitiendo y perfeccionando de generación en generación, magníficos ejemplos de poesía. Aunque están, en cada pueblo, bien aferrados a su naturaleza, su incorporación como gen específico a nuestro ADN no ha tenido éxito hasta ahora, a pesar de su incuestionable éxito como garantía de supervivencia ética, como modelo de comportamiento moral que justificaría nuestra existencia animal.

Esos mensajes culturales tienen que ver, como el lector habrá adivinado, con la búsqueda de una explicación para los fenómenos más impactactes de la Naturaleza. El perfeccionamiento de los métodos de observación y la elucubración acerca de las justificaciones de todavía imposible comprobación, -pero demasiado importantes para mantenerlas irresolutas- nos ha llenado de mensajes poéticos la existencia.

Aficionados a la poesía, científicos muy sabios en la selección de historias creíbles, han imaginado hace algunas décadas que ha habido un comienzo de todo esto con una gran explosión en la que una condensación concreta de energía, descomunal para nuestras escalas de medida, consiguió traspasar la frontera que la iría convirtiendo en materia y conducirnos, en un despliegue lleno de discontinuidades, hasta el aquí y el ahora.

Mucho antes -pero, también, hace un instante minúsculo en el calendario cósmico- otros poetas habían elucubrado sobre las hierofanías, elaboradas formas mentales que pretenden vincular, mediante representantes venidos de quién sabe dónde y traídos aquí por los únicmos procedimientos que somos capaces de concebir, el mundo de las ideas con el de la carne.

En días como hoy (24 de diciembre), son muchos los "seres humanos vivos" que celebran una gran fiesta familiar, acompañada con manjares y licores, en la que recuerdan a sus muertos recientes, con la excusa de conmemorar el perfeccionamiento de una idea llena de lirismo -pero no exenta de pragmatismo-, por la que una facción rebelde de un pueblo oprimido decidió que había llegado la hora de apelar a las fuerzas cósmicas para reorganizarse, apelando al arma solidaria más seria que se conoce: tratar de ser buenos con los demás. No de aparentarlo: serlo.

Para los no creyentes, todo puede sonar a fantasía interesada, a cuento chino o, mejor dicho, a cuento judeooccidental. Pero no hay que engañarse: cada pueblo, cada civilización tiene la suya: es nuestro reflejo de un época en la que formábamos parte de la metafísica y a la que, ¿Dios mediante?, ¿inexorablemente?, volveremos.

Feliz Navidad, amigos.

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