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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Entre pamemas

La historia mundial de las pamemas está por escribirse -al menos, de agruparse sistemáticamente-, pero habría de ser muy formativa.

La sospecha de que algo raro sucede en la forma de contar las cosas, proviene de que la mayoría de los hechos heroicos que se veneran como glorias nacionales en unos pueblos son irrelevantes, sucesos sin importancia, para otros; otras veces, no escasas, un mismo acontecimiento parece haber servido, para mérito de todos, lo que la más elemental racionalidad revela como imposible.

El lector podría imaginar que es lógico que, por ejemplo, en una contienda, los vencedores entiendan que se han cubierto de gloria, en tanto que para los vencidos, la situación se haya convertido en un asunto para olvidar, una desgracia, y se borre para siempre de la memoria colectiva propia. El refinamiento de esta forma de mejorar el pasado es convertir en victoria lo que fue derrota.

Obviamente, no existe un pueblo o nación que haya sido permanentemente vencido a lo largo de su historia (puede ponerse también con mayúsculas, si se desea), por lo que los relatores oficiales han tenido ocasiones para ir suprimiendo cada cierto tiempo, los hechos en los que se probó el amargo sabor de la desgracia. Al cabo de los siglos, perdidas las referencias, solo quedan historias inconciliables, haciendo imposible la exacta reconstrucción de un coherente pasado común.

Así que, inventados, mejorados o, simplemente, falsos, el libro de hechos de la humanidad está poblado de heroicidades y héroes, que unen personajes de cuento y relatos novelados, siendo muy posible -pero imposible de detectar- que momentos sin ninguna enjundia se hayan convertido en hazañas, y que, quienes podrían haberlo hecho, no han desmentido, cómplices todos de los sastrecillos valientes que mataron siete de un golpe, sin especificar de qué les fue la bola.

Toda nación arrrastra, creyéndola cultura, una muestra estupenda de su peculiar idiosincracia, que, en realidad, son sus pamemas.

Para descubrir las pamemas que forman parte de nuestra propia historia no hay más que leer con ojos críticos el relato de lo que nos dicen que ha sucedido, despojándolo de oropeles, incongruencias, méritos individuales, juicios colectivos.

Lo que queda, si queda algo, es la Historia verdadera de la Humanidad, no la que se cuenta, sino de la que cuenta. El resto, el inmenso material que hayamos dejado a un lado, inservible, hueco, forma parte, ese sí, del cuento.

Desde esta perspectiva, con esa llave de la sagaz sabiduría, sirve de consuelo al menos, atinar a percibir que estamos ahora mismo viviendo en una pamema global, en la que por una vez, todos aparecemos como vencidos por un enemigo al que, como no conseguimos ponerle cara y ojos, habrá que concluir que, muy posiblemente, se ha afincado dentro de nosotros, formando parte de nuestro imaginario colectivo.

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