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Al Socaire de El blog de Angel Arias

En la jornada de reflexión

Por mor de la Ley Orgánica 5/1985, de 19 e junio, del Régimen Electoral General,  el día antes de las elecciones generales -que han de ser en domingo-, se impone una jornada de reflexión, cuyo propósito real es impedir actos violentos de exaltación partidista.

Según el manual de cosas cantadas y verdades que han de admitirse sin chistar, los españoles no somos dados a la reflexión, al estar inclinados por tradición y  carácter a resolver sus asuntos con la cabeza caliente. Aquí, las más de las veces se hacen las cosas en un arranque, es decir, sin darle más vueltas, y, en realidad, sin darle muchas: tal vez a la primera.

Si el tema lleva tiempo rondándonos la cabeza o ya huele, habiendo llegado a un punto en que no aguanta más, trae más cuenta liarse la manta a la cabeza, y tirar por la calle del medio y, si no hay calle, salirse por peteneras; para cortar por lo sano, cuando el culpable del desasosiego tiene nombre, se le manda a tomar con viento fresco o por lo que menos quiera.

Los reflexivos son rara avis, pero, sin que andemos sobrados de ellos -ni de nada-, tampoco faltan, que de todo hay en la viña del Señor (aunque, para ropa, mejor ir a Zara). Se les ve venir de lejos, especialmente, cuando levantan la mano en una discusión acalorada, de esas en que parecería que nos va la vida en ella -un guirigay, vamos-, y quien más quien menos, todos se están poniendo a caldo o no paran de decir chorradas.  Pedir la vez expresa que tienen algo que decir, y lo normal es que se acabe todo como el rosario de la aurorra y ellos no tengan su oportunidad.

Ser reflexivo no es lo mismo que andar meditabundo, gacho, porque una cosa es estar a lo que se celebra, y otra ser un amomiado.

Amomiarse supone, en esencia, andar papando moscas, pero no solo, porque todo evoluciona. Los que eran momios, cuando había tocadiscos en los guateques -allá por la edad de piedra de las relaciones, cuando las jóvenes buscaban casarse- hacían de pinchadiscos mientras los demás se daban, discretamente, el lote. Hoy los momios se quedan en casa jugando a Farmville, creyendo que así hacen algo útil. Cuando descienden a la vida real, los momios no tienen nada que hacer ni que decir, porque les falta materia gris cuando el mundo no es de colorines.

Una jornada de reflexión como la de hoy, no va a compensar muchas jornadas de irreflexión anteriores, pero algo ayudará, si se aprovecha hasta las últimas consecuencias, apurando hasta la última gota. Los responsables de campaña, que se las saben todas, no descuidan lo más mínimo. El viernes, 18 de noviembre de 2011, decenas de autobuses, cargados hasta los topes de ancianitos a los que se les había dado como premio por la participación, unas banderitas azules y eñ bocadillo de mortadela, ocuparon los alrededores del Palacio de deportes de Madrid, donde había un mitín para celebrar el triunfo del Partido Popular, que está cantado.

Opinar lo contrario es dar el cante -y se sabe que no hay que cantar la gallina antes de tiempo-, pero como mientras haya fe, hay esperanza, en otro lugar del mismo pueblo, los seguidores de otra facción, a la que ciertos aguafiestas atribuyen idénticos o parecidos argumentos, festejaban el triunfo del Partido Socialista -que está por ver-, y como la alegría, como el dinero, va por barrios, otros partidos en liza, -y ya son ganas-, hacían lo propio. Pero lo que no está en el guión, no tiene chance.

Con reflexión o a la carrera, son multitud los que se han apuntado al cambio de aires -lo de afiliarse es otra cosa, aunque hay especialistas en cambiarse de chaqueta y aún de traje por subir en política-, confiando en que un milagro les curará de lo suyo.

Nuestra reflexión va por otro lado, y reconocemos que el diagnóstico está chupado. En nuestra modesta opinión, el mayor problema del país es el alto número de parados. Y, en esta ocasión, que nos referimos a los que no tienen empleo, que no tienen nada que ver.

Parados son los que confían que la solución les venga de fuera, como caída del cielo. Es muy difícil movilizar a los parados de verad en un país en el que los jóvenes siguen soñando con ser funcionarios, sin admitir que no hay sitio para más, ni da lo mismo. Todos debemos aportar nuestro grano de arena, y el que tenga más de uno, con mayor razón.

En fin, jornada de reflexión. Que les sea leve.

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