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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre lo que se echa en falta en la Unión Europea

La carencia más evidente surge, justamente, de lo que se tiene en exceso. La Unión Europea cuenta con demasiadas opiniones, por supuesto, en parte discrepantes, sobre lo que hay que hacer. El problema no aparece porque los lideres europeos no encuentren la solución idónea, pues es muy posible que esa no exista, sino en que no tomen ninguna.

Europa no funciona como agrupación de Estados con un objetivo común, sino como una suma de intereses particulares y, claro, quienes más poder tienen, imponen los suyos, por la vía de los hechos, echando mano, sencillamente, de su capacidad de resistencia ante la adversidad del conjunto.

La falta de una voz que, hacia el exterior, manifieste la posición conjunta, y -hacia dentro- de un líder con autoridad para imponer criterios y soluciones, es tan evidente, que ni los mercados, ni los demás Estados, ni siquiera los propios ciudadanos europeos, creen que están formando parte de un esquema uniforme: en lo que coinciden es en aprovecharse de las ventajas, pero se resisten ásperamente a participar en los sacrificios.

Los Estados de la Unión son demasiado diversos, en capacidad económica, en niveles de reacción, en opciones para expresar lo que necesitan con mayor urgencia y poder sacarlas adelante. Tal vez el proyecto de una Europa de las regiones hubiera ayudado a poner las cosas en su sitio. Aunque, sobre todo, lo que reclama urgencia, es la unidad política, la exigencia de solidaridad.

Nos produce una gran inquietud esa afinidad -tan exultante- entre dos gobernantes, los de Alemania y Francia; su complicidad, su entendimiento tan transparente, nos deja a los habitantes de los demás Estados de la Unión con la sospecha de que están tomando las decisiones de acuerdo con lo que más les interesa a ellos. Son los beneficiarios de la crisis de la Unión: sus empresas son más competitivas, sus necesidades de financiación, asumibles a menores costes. Pagamos más caro la indefinición de los estamentos comunitarios.

Tendremos que soportar mayores precios para salir de la crisis, que se nos dirá que es general, pero que se va perfilando en los papeles de vencedores, y vencidos. Y España, con un Estado social lastrado por compromisos de bienestar que no seremos capaces de cumplir, será uno de los más perjudicados.

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