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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre mujeres, programas e improvisación

Llegado el período electoral, los candidatos masculinos se empeñan en buscar el voto femenino, dándose baños (siempre figurados, por supuesto) con posibles votantes del otro sexo, en los que prometen eliminar, ya que no la pequeña diferencia (santo Dios, que ni se les ocurra), algunas de las que siguen acartonando el panorama socioeconómico.

Tienen, desde luego, trabajo. Alguien debió convencer a Rubalcaba de que atesora más sex appeal (atractivo para la cópula mental) que Rajoy. Y está dispuesto a sacar partido a esa presunta diferencia positiva, convertida en una delicada joya, casi una anomalía, en el maremágnum de desventajas y hándicaps que ofrece su candidatura frente a su terrible opositor, a quien dan por vencedor incluso los militantes socialistas.

Promete Rubalcaba que si el llegara a gobernar, obligará a que las empresas que facturen más de 11 millones de euros y empleen por encima de 250 personas, tengan paridad sexual en sus Consejos de Administración. La inmediata pregunta que surge es, desde luego, ¿y qué?. ¿A quién beneficia? ¿A las esposas e hijas de los empresarios? ¿A las entidades que otorgan títulos de máster?

Porque no sabemos, exactamente, cuántas empresas cumplen esa condición, pero estamos seguros de que lo que no podrá nadie es calibrar los efectos de una imposición tan estrambótica.

Ya puestos a hacer promesas para captar el voto femenino (en especial, el desempleado, que es el más proclive a creerse cosas), se podía expresar que, en caso de resultar elegido por la urnas, se obligaría a que todas las empresas, pymes como multinacionales, emplearan a tantos hombres como mujeres (para evitar disquisiciones angélicas, siempre refiriéndose al sexo fisiológico manifiesto).

Incluso, si se acepta, como nos atrevemos a vaticinar, que las opciones del candidato Rubalcaba a salir ganador de esta desigual contienda (síndrome del mistreated o abused dog aparte) son aritméticamente nulas, puede -en beneficio de animar la aburrida campaña- prometer cualquier cosa que se le pase por la cabeza.

Por ejemplo: revisar el catastro de propiedades inmobiliarias, con inspección sistemática de las zonas de alto estándin y de los poseedores de vehículos (automóviles como de recreo) de lujo; imponer como tope máximo a los salarios de cualquier tipo de empresas el de 10 veces el salario menor de la misma; ofrecer programas educativos a todos esos miles de esforzados latinoamericanos -fundamentalmente mujeres- que son parejas de hecho de ancianos con Alzheimer, Parkinson o problemas de movilidad; vigilar efectivamente el reparto de droga a la entrada de escuelas y colegios; prohibir la prostitución (no solo la callejera); limitar la exhibición del cuerpo femenino (desnudo como vestido) como reclamo publicitario; etc.

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