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Al Socaire de El blog de Angel Arias

En torno al reto del cambio

"Innovadores y rezagados: el reto del cambio" fue el atractivo título de la jornada que se celebró el 15 de septiembre de 2011, en la sede del Centro de Innovación del BBVA, en Madrid, convocada por Knowsquare, una plataforma de encuentro para profesionales dispuestos a intercambiar información, ideas y experiencias.

Los dos conferenciantes que proporcionaron los platos principales de la reunión (1), se esforzaron en vender optimismo, ilustrando con teoría y ejemplos las posibilidades y ventajas de cambiar los métodos de trabajo en las empresas, para mejorar su posición y resultados en el mercado.

Ambas ponencias presentaron interés, puesto de manifiesto por las intervenciones espontáneas o provocadas de los asistentes. Pero lo que nos resultó más curioso es que, contrariamente a lo que podría parecer obligado dada la actual situación de crisis del sistema, el análisis y las medidas propuestas por los intervinientes resultaron atemporales.

No es lo mismo, sin embargo, acomodar la marcha de una empresa en crisis a una situación de mercado aceptablemente previsible, que tratar de modificar los parámetros básicos de la empresa -o generar una nueva- dentro de una situación de crisis generalizada, que afecta a elementos tan esenciales a una sociedad como a su desarrollo tecnológico, las disponibilidades financieras o la capacitación de la mano de obra para afrontarla. 

Una crisis sistémica genera, es cierto, nuevas oportunidades. Aunque esta crisis no ha sido generada por la aparición de nuevas tecnologías, los sectores en los que tienen mayor incidencia -y especialmente, el de las telecomunicaciones, por su facilidad de acceso y la versatilidad de su uso- han modificado y seguirán modificando el panorama de oportunidades de negocio.

Muchas empresas se han creado a base de hacer lo mismo que otras que preexistían, incorporando la velocidad, la potencia o la universalidad de las telecomunicaciones. No han creado, en puridad, espacios nuevos, han ocupado los existentes, dotándoles de mayor efectividad; pero la eficacia no genera emplea global: lo reduce.

Por supuesto, entonces, que las tics (sobre todo) están sirviendo para generar algunos empleos, pero sería propio de un ignorante global no reconocer que han destruído más de los que han creado. Y, lo que es mucho más importante, no pueden asumir -por incapacidad intrínsica, limitaciones de aplicación, gravedad de la crisis de los mercados internacionales, cambio en las relaciones entre estados desarrollados y emergentes- la regeneración del sistema tecno-socioeconómico.

Cada nueva tecnología, precisamente por ser eficaz, si no se crean sectores inexistentes con anterioridad a los que aplicarla, mejora el saber hacer; incluso puede que la sensación del bienestar global, pero reduce necesidades del trabajo, aumenta con probabilidad la intensidad del capital, concentra la riqueza, produce nuevos marginados y desarraigados y, en corto plazo, conduciría a una mayor dicotomía entre los más favorecidos y los perjudicados.

Hay muchos ejemplos ya de estos efectos que alguno puede jugar como perversos, pero, en verdad, lo perverso es el sistema. Es el caso de las tecnologías y exigencias ambientales, para las que la implantación, por ejemplo, de las energías llamadas alternativas -eólica, solar, biomasa, etc. - y la mayor severidad de las medidas de control ante la contaminación están provocando desequilibrios en otros sectores (mayor coste de la energía producida, pérdida de competividad por costes antes externalizados), y la extinción o problemas de subsistencia en las centrales de producción de energía tradicional.

Hemos llamado la atención en otras ocasiones, sobre los riesgos de precipitarse al cambio sin analizar previamente si el medio en el que se mueve la empresa no está en una dinámica inconsistente: algo así como obsesionarse por perseguir alocadamente una manada de búfalos al galope en vez de preocuparse serenamente por cazar, apostados al acecho, al que pase más próximo a nuestro sitio de caza, y que es lo único que necesitamos.

Ante todo, nos preocupa la deficiente gestión del cambio por parte de quienes nos gobiernan, actuación en la que se combinan muchos elementos que podrían ser corregidos, y de los que enumeramos los más relevantes:

-duplicidad de criterios de gestión, presentados como incompatibles, en aspectos sustanciales. No acarrea más que descrédito y pérdida de efectividad el que el actual gestor del país y su alternativa (coreados por sus equipos directivos) estén continuamente afirmando que el otro no tiene razón o que harán justamente lo contrario. Nadie invertirá en un medio inestable. Falta liderazgo, credibilidad, solvencia y sobra palabrería, amiguismos, nepotismos, clientelismo.

-falta de objetivos preferentes para la empresa-país. No es cuestión de anunciar continuamente Planes decenales, Libros verdes o proponer Sectores estratégicos que luego no se llevan a cabo o no se implementan. España necesita consolidar su liderazgo en unos cuantos sectores, y apostar por mantenerlo, facilitando la orientación en torno a ellos de una parte sustancial del tejido empresarial. No basta únicamente con apostar por el turismo y conexos, que son, además, sectores de baja tecnología. Hay que potenciar centros de excelencia tecnológica y ha de hacerse, preferentemente, en relación con los grandes grupos empresariales. La colaboración de las grandes empresas en el modelo es imprescindible.

-incremento de la capacitación de la población, reconstruyendo el organigrama global. La burbuja de desarrollo provocado por la coyuntura de los 90 del pasado siglo ha tenido múltiples efectos nefastos, no tan fáciles de corregir: pérdida de niveles de formación, vulgarización de contenidos, emigración de buena parte del personal cualificado, inmigración desorbitada de muy bajo nivel cultural, etc. España tiene que hacer un gran esfuerzo en ilusionar a los mejores, captar técnicos de prestigio, aumentar el nivel de sus centros de formación y profesorado, fomentar una inmigración de alta calidad (para personas, empresas y capitales).

-transparencia, información, seguimiento y control de los objetivos, señalando los niveles de actuación y sus responsabilidades. Parecería obvio, pero los planes que se tracen han de ser de largo alcance, basados en la mejor información disponible (no en elucrubraciones o en pensamientos sin otro fundamento que la ilusión), y, flexibles, para poder corregirlos en la medida en que la realidad se concrete. Deben ser, también, comunicados con transparencia, aunque pensamos que ese nivel de transparencia ha de ser el adecuado a la importancia y exigencias de cada agente en el proyecto. No se trata de ser ingenuos, sino efectivos; no es cuestión de abrumar a papelería ni a datos sin estructurar, sino de ofrecer, a la población, concisión respecto a los índices y su análisis; a los funcionarios, bases para su compromiso, control y exigencia; a las pymes, orientación y apoyo; a los empresarios y emprendedores potenciales, información de oportunidades, financiación, impulso y coherencia; y a las grandes empresas y a sus dirigentes, diálogo, compromiso, exigencia, lealtad.

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(1) Los conferenciantes fueron Jorge Castrillo (Socio de Kairos Management) y Francisco Javier Blanco Portillo (ex- Director de Recursos Humanos en Morgan Stanley, hasta su compra por la Caixa)

2 comentarios

Administrador -

Gracias, Miguel, por aportar tu visión de emprendedor en nuevas tecnologías. Soy escéptico, como sabes, respecto a las innovaciones disruptivas y, mucho menos, a la pretensión de que las innovaciones, por sí mismas, nos solucionen los desequilibrios nucleares de nuestra sociedad, y que apuntan, más que a tecnologías, a dilemas sociológicos: quiénes dirigen, porqué (con qué autoridad), y, sobre todo, hacia dónde nos conducen.

Miguel -

Puede que la innovación disruptiva nos saque de la crisis, o puede que sólo sea otro término vacío que valga para llenar charlas con desayuno. Pero algo tiene que ocurrir a todos los niveles en este país, para que creemos algo perdurable y que genere una estructura productiva sólida.

Ayer me decían en un encuentro que Israel no se preocupa de copiar las ideas americanas, si no de cómo la ciencia y la tecnología se pueden aplicar a resolver problemas reales de los individuos. Aquí buscamos, todavía, el siguiente pelotazo.