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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre lo que nos enseña Facebook

Por número de miembros, Facebook es ya el tercer país del mundo. Más de 400 millones de usuarios, de tipos de carne y hueso que se han dado de alta en esa aparente tierra de nadie iniciando una carrera sin final previsible que mezclará intimidades, aficiones, deseos y confesiones inanes, y que se habrá iniciado con solo aportar un par de datos personales.

Un país virtual, aunque muy bien enclavado en el mundo real. Ha creado ya una moneda propia y, como irónica pero seguramente con intuición precursora anunció Ana María Llopis, "el próximo paso será tener un gobierno".

¿Quién gobierna de momento en Facebook? ¿Se trata de una res nulius?. Pues no nos parece. No  creemos que Facebook, como las demás redes virtuales que tratan de poner sus banderas en el espacio de las comunicaciones, tenga ninguna intuición de gobernar, en el sentido de pretender unos objetivos generales a base de normativa y control. 

No estaba, desde luego,  la idea de control en el fundamento del invento feliz de Mar Elliot Zuckerber, que, mientras, con otros compañeros menos conocidos hoy,  se preparaba para entrar en Hardvard. Ellos solo pensaron que sería interesante poner en la red las fotos de sus colegas y amigos, para facilitar el trasvase de información inocente entre ellos y hacer circular en tiempo real los cotilleos que les pudieran interesar para pasarlo algo mejor en el campus universitario y en los pubs y residencias estudiantiles de los alrededores.

Facebook es un instrumento, no un fin. Y un instrumento de apariencia y usos simples, que tiene reune condiciones simultáneas para ser placebo, caballo de Troya o arma de conquista de efectos fulminantes. Desde su creación ha generado subconjuntos de relaciones a una velocidad que solo puede entenderse cuando el espacio -la distancia- ha perdido su valor de referencia, porque el tiempo (el denominandor) de las transacciones ha quedado reducido a una nadería.

Facebook ha conseguido trasladar a millones de personas la convicción de que el tiempo es un elemento de uso, que ha de ser incorporado a la vida propia como una utility más, un servicio del ser humano. La idea no surgió hace una década, no fue madurada en centros de investigación bien equipados, su efecto no se valoró por sesudos sociólogos expertos en sicología de masas. Fue puesta en el mercado hace solo un par de años, por unos jovencitos que sabían algo de programación y querían jugar a los amigos y a las familias con internet.

Creció rápido. En 2004 pusieron en marcha el proyecto, y en octubre de 2007, Facebook Inc vendió un 1,6% a Microsoft Corp por 240 Millones de dólares, prefiriendeo esta opción a la poderosa Google, lo que supuso, evaluando el cambio de manos en el mercado secundario, aceptar para Facebook un valor de mercado de 15 mil millones de dólares.

Lo que nos enseña Facebook es que, si se cambia él ángulo de visión de algo, lo podemos ver con posibilidades muy diferentes. Los más perspicaces, no están conquistando terreno en el espacio virtual. Que va. Están usando la información que hemos puesto a disposición de pasarlo bien con los amigos y conocidos para sacar un beneficio en el mundo real, desplazando a los intermediarios.

Eso también lo puso de manifiesto Ana Maria Llopis: "Asistimos a la ruptura de las intermediaciones sin valor añadido." Myspace, Gocompare, Moneyspare, etc. no buscan poner sus banderas en la red; quienes saben qué hacer con esos instrumentos, los emplean para colocar dosis de veneno letal en las relaciones mercantiles que detectan en el mundo real, y esperar el efecto del factor velocidad.

(Llopis citó a Tucídides, en la referencia que realizó éste a la democracia, a partir del Discurso fúnebre de Pericles (II,37) : "Nuestra política no copia las leyes de los países vecinos, sino que somos la imagen que otros imitan. Se llama democracia, porque no sólo unos pocos sino unos muchos pueden gobernar. Si observamos las leyes, aportan justicia por igual a todos en sus disputas privadas; por el nivel social, el avance en la vida pública depende de la reputación y la capacidad, no estando permitido que las consideraciones de clase interfieran con el mérito. Tampoco la pobreza interfiere, puesto que si un hombre puede servir al estado, no se le rechaza por la oscuridad de su condición."

No queremos ser impertinentes, pero la cita es extemporánea. Facebook no pretende una democracia. Instaura de forma natural una olocracia, permitiendo que algunos de los más avispados de sus usuarios-con móviles muy diversos, fundamentalmente crematísticos- incorporen sus artilugios a la rueda de la fortuna)

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