Con perdón por la insolencia: tengo una pregunta para Vd. Mr. Myerson
Las conclusiones expuestas por R. Myerson en su conferencia del 15 de junio de 2011, en el foro de la Fundación Rafael del Pino invitaban a un amplio debate.
Nosotros no pudimos sustraernos a la curiosidad de plantear, teniendo en cuenta las características del modelo utilizado, en el que la simplificación de los comportamientos de los agentes económicos financieros nos parecía excesiva para reflejar los comportamientos reales en un mundo globalizado, cuál era su opinión concreta acerca del efecto de las tensiones entre países desarrollados y en desarrollo para competir sobre los recursos.
Teníamos en mente, además del interés en exponer una crítica indirecta a las aplicaciones de la teoría de juegos (subespecie de los llamados juegos cooperativos con información incompleta) a la economía real, el conocer, al margen de las conclusiones académicas, el pensamiento de Myerson sobre las preferencias de potenciales inversores de los países en desarrollo, a la hora de decidir dónde colocar su dinero.
La amplia respuesta de Myerson a nuestra pregunta fue esclarecedora de que las convicciones previas a un modelo teórico de su creador son determinantes para seleccionar las condiciones de contorno. También debió de aportar claridad a quienes debían cubrir el evento en las publicaciones económicas, pues se dió especial importancia en ellas, más que a la conferencia en sí, a la disquisición que el premio Nobel ofreció, a partir de la reflexión que le planteamos.
Para Myerson, la consideración del "riesgo moral" (mejor traduciríamos, por riesgo ético) por parte de los agentes es el factor determinante a la hora de analizar los flujos de inversión a nivel mundial. El claro avance de los sistemas económicos de la mayoría de los países en desarrollo, operado en las últimas décadas, y que se ha hecho notar en especial en China, India o Brasil, ha generado riqueza y hecho más ricos a millones de personas.
Sin embargo, considerando el caso concreto de China, a pesar de las excepcionales posibilidades de inversión que se pueden detectar allí, los poseedores de los mayores capitales chinos no invierten en el país, a pesar de los proyectos interesantes que se detectan allí, porque no confían en que las instituciones financieras chinas tengan capacidad para retornar el dinero invertido, en caso de que los inversores lo precisen, por la carencia de suficiente marco legal y político que les proteja frente al fraude o el engaño.
No fue una respuesta políticamente correcta, sin duda, pero ofreció una visión interesante de lo que piensa, cuando se le solicita que ponga los pies en la tiera, un Premio Nobel de cuya inteligencia y sinceridad no podemos dudar. La conclusión es que, si queremos ser precisos, más que jugar a los comportamientos éticos irreprochables, tenemos que no perder de vista las trampas que se hacen bajo la mesa.
No nos darán jamás un Premio Nobel, pero estuvimos muy cerca físicamente de varios y, en este caso, también coincidimos pragmáticamente con Roger Myerson.
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