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Al Socaire de El blog de Angel Arias

En teoría de juegos, no siempre ganan los que manejan la banca

Roger Bruce Myerson, premio Nobel de Economía en 2007, tiene el aspecto de ser un tipo campechano, acostumbrado a responder a las preguntas más difíciles con un doctrinario propio, un catecismo hecho de axiomas y teoremas cuyo nihil obstat está en sus manos y que, de todas maneras, solo unos pocos cacúmenes privilegiados pueden discutir, ampliar o -Dios sea loado- corregir.

La Fundación Rafael del Pino, una institución a la que los aficionados a entender algo mejor las razones ocultas de lo que mueve el mundo nunca podremos agradecer bastante lo que está haciendo por traernos a su palestra a políticos, empresarios, profesores y otras gentes de buen vivir, invitó a este pluriempleado profesor de la Universidad de Chicago recién entrado en la década prodigiosa de la sesentena, a que nos hablara, el 15 de junio de 2011, seguramente, sobre lo que quisiera.

Myerson decidió coger el toro por los cuernos y, según explicó a la audiencia -incomprensiblemente, no tan numerosa como otras veces, quizá por los exámenes de fin de curso- eligió como tema de su disertación "How to understand financial crisis", una adaptación de su reciente trabajo "A model of moral-hazard credit cycles", y que el equipo del catedrático Amadeo Petitbó tradujo, con intención de acercar la cuestión al roman paladino, rebajándole pretensión, por "Las crisis financieras: una perspectiva keynessiana".

Los asistentes pudieron comprobar en el curso de la brillante ponencia, que esta fue justamente la perspectiva que el comerciante criticó, por insuficiente e inadecuada, para entender lo que nos está pasando.

Las teorías de Myerson en nuestras latitudes han tenido más acogida en los terrenos de los matemáticos que en los de la economía. Las aplicaciones del "valor de Myerson" (generalización del "valor de Shapley", y que presupone el comportamiento honesto de los competidores en juegos cooperativos que se desarrollen dentro de estructuras con cooperación parcial) han dado lugar en España a elucubraciones mentales, tesis doctorales y trabajos académicos, por parte tanto de seguidores como de detractores, con menores aplicaciones prácticas de las que alcanzan, por ejemplo, las tesis de Krugman o Stiglitz.

Una demostración quizá de que los macroeconomistas españoles, se encuentran más cómodos en los análisis empíricos de la realidad que en trabajar con postulados, axiomas y teorías que implican complejos cálculos numéricos en el territorio de la abstracción.

Myerson puso de manifiesto que el economista británico Keynes, en sus escritos a raiz de la primera guerra mundial, reunidos en el libro "Economic consequences of peace" (publicado en USA en 1920), había recomendado perdonar las compensaciones derivadas de la guerra a Alemania, o limitarlas, como máximo, a un tributo del 3% del Pib anterior a la guerra durante 30 años, tal como había defendido en las negociaciones del Tratado de Versalles, frente a la posición que pretendía exigir compensaciones de hasta 3 veces aquel valor.

La idea central que manejaba Keynes era que facilitar la recuperación de Alemania era lo mejor para Inglaterra (lo que se plasmó en el Plan Marshall), pero, al decir de Myerson, carecía de un modelo según nuestros actuales estándares lógicos. Tampoco habría considerado el maestro de la política económica moderna, seriamente, el papel de los intermediarios financieros, por lo que no analiza los posibles "bank failures" ni mantiene coherencia con sus propias observaciones sobre política monetaria, que puede afectar la inversión agregada sin afectar las tasas de interés.

(continuará)

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