Sobre tormentas y aerogeneradores
En el territorio español habrá instalados unos 40.000 aerogeneradores, ocupando la mayoría de las crestas orográficas en las que se han medido condiciones de viento favorables.
Los vientos, en metáfora que es muy utilizada por su inmediatez, soplan de forma favorable para las eólicas. Particularmente, en 2010 y el invierno pasado. La energía eólica proporcionó en marzo de 2011 el 21% de los kilovatios consumidos en España (es decir, cubrió la quinta parte del consumo eléctrico de ese día), superando a las demás fuentes de energía primaria. En marzo se produjeron por esta vía el equivalente a 4.700 Gigawatios/hora y durante 2010 generó el 16% de la electricidad consumida en España.
Quedan pocas zonas favorables para la instalación de nuevos aerogeneradores en tierra, y las empresas de la energía, sus asesores e intermediarios buscan afanosamente emplazamientos, negociando con vecinos, alcaldes y consejeros de las Autonomías, porque, como es sabido, lo eólico ha permitido reducir la contaminación que provoca quemar carbón -sobre todo el nacional- y, como efecto colateral, ha generado algunos nuevos ricos y, por supuesto, empleos nacionales y extranjeros.
Pero lo que deseamos tratar hoy en este Comentario es el fundamento de un temor que se ha difundido por las poblaciones de Galicia y Asturias en las que se han instalado estos molinillos y que está provocando la negativa a autorizar nuevos emplazamientos, por lo que hemos podido constatar: los aerogeneradores atraen los rayos en caso de tormenta y son peligrosos, pues pueden "explotar" -asçi se expresan- si una descarga incide sobre ellos.
La cuestión retrotrae, en realidad, al peligro que representan los aerogeneradores para las poblaciones circundantes -humanas y animales- y, también, dada la ubicación, para las poblaciones forestales, si uno de ellos o varios, por desgraciado accidente, comienza a arder y el fuego se expande por el bosque. Los ejemplos, aunque escasos, no dejan de ser preocupantes, y obligan a establecer con claridad protocolos de actuación, tanto para las dotaciones de bomberos de la zona como para los habitantes que se encuentran en la cercanía de los parques eólicos.
Las poblaciones en las proximidades de los parques deben saber que, una vez que comienza a arder un molino solo cabe esperar a que lo haga completamente, pues las escalas disponibles no permiten acceder a alturas que, en general, superan los 60 metros y pueden llegar a los 180. En muchos casos, el rotor seguirá funcionando descontrolado, adquiriendo las aspas una velocidad de giro creciente, liberándose los restos de las palas que no hayan ardido -y otros elementos de la estructura- con una gran energía cinética, que puede lanzarlos hasta 2 kilómetros de distancia.
No pretendemos alimentar un alarmismo gratuito, sino llamar la atención sobre la necesidad de dar información seria y completa, sin entregarse a pasiones irracionales que, a la larga, arriesgan provocar rechazos igualmente temperamentales.
Una enumeración sucinta de los problemas vinculados a los aerogeneradores, tomada de diversas fuentes, sería la siguiente:
-Las construcciones eólicas tienen basamentos con importante obra civil y, por tanto, modifican sustancialmente las condiciones del terreno en donde se implantan, que ya no puede considerarse para "usos terciarios", alterando con ello los planes de ordenación del territorio que se hayan aprobado con anterioridad
-El diámetro de giro de los generadores es superior, en la mayoría de las instalaciones a los 120-130 m. Provocan un efecto visual desagradable y un ruido constante, perturbador para el entorno -es decir, tanto para seres humanos como para animales-. A los ruidos rítmicos de los aerogeneradores se une, por la noche, la intermitencia de las luces de posición obligatorias.
-Los aerogeneradores producen infrarojos, que causan disminución de facultades y dolores de cabeza, actuando también sobre el sistema inmunológico, como han empezado a poner en evidencia algunos estudios clínicos ( citamos, entre otras referencias, los análisis del Dr. Reinhard Lange).
-En días soleados, el contraste en luces y sombras sobre el material brillante y pulido del que están hechos los molinos, provoca daños similares al "efecto discoteca".
-En las zonas frías (Avila, por ejemplo), se ha informado de bloques de hielo que se desprendieron de las alas de los rotores y que volaron cientos de metros, cayendo en algún caso, sobre vehículos, a los que dañaron gravemente; si no ha habido daños personales -o mayores daños materiales-, ha sido por casualidad...o porque se han silenciado.
Estas razones son suficientes para entender que las propiedades agroforestales, las casas unifamiliares y colectivas, e incluso, la totalidad de las edificaciones de una población, situadas en las cercanías de los campos eólicos se hayan depreciado de forma muy significativa -se calcula que más de un 30%- arrastrando ese efecto sobre un área, en realidad, bastante más amplia ("Efecto absorción" de un perjuicio).
Pero la inquietud que hemos trasladado al título y a uno de los párrafos de este Comentario queda aún sin responder aquí, porque será motivo del siguiente análisis, del que nos ocuparemos mañana. ¿Atraen verdaderamente las descargas eléctricas los aerogeneradores? ¿Qué riesgo suponen en este campo específico?.
Advertimos al lector interesado que no tenemos toda la solución, pero sí una buena parte del planteamiento de la incomodidad.
(continuará)
3 comentarios
Miguel -
Por cierto, añado un par de curiosidades: En Navarra hace 3-4 años solo había un par de empresas con gruas suficientemente elevadas para poder hacer el mantenimiento de las palas y no daban a basto con su servicio. Por eso, muchos aerogeneradores de la zona estaban parados...
Y otra, si valoramos todo el ciclo de vida del producto (desde el coste ambiental de su fabricación y no sólo en su vida útil), descubrimos que no son tan "verdes" como parecen.
Amelia -
albert -