Sobre María y José, una reflexión respetuosa
Para los cristianos, María y José son dos personajes que representan la culminación de lo humano, y que tuvieron la gracia especial de ser puestos en contacto especial con lo divino, actuando como guías y cuidadores muy cualificados de Quien se había decidido a dar una vuelta por lo creado, para ver cómo les iba a sus criaturas, no ya desde arriba, sino desde dentro.
Invención humana, mito sublimado o realidad imaginada por la misma divinidad, resulta interesante analizar ciertos detalles de ese trío -Jesús, María, José-, bajo cuya advocación varias Iglesias han escenificado una parte sustancial de la historia de los últimos siglos. Y, aunque perdido mucho poder de convicción, aún lo siguen intentando.
El Dios cristiano es varón y reúne en su figura las características viriles más rancias: es justiciero, implacable -incluso con su Hijo-, ausente, enigmático, guerrero, omnímodo pero tacaño. Su pareja humana es maternal, inocente, sensible, tímida, espléndida con lo poco que tiene, y hogareña. José es el perfecto criado: trabajador, honrado, bien mandado, iletrado, ingenuo.
La Iglesia -todas las iglesias en realidad, pero nos estamos refiriendo, sobre todo, a la católica- se ha reservado para sí la comunicación con ese Dios inaccesible, al que ha interpretado, moldeado, dirigido, retraído o lanzado como le pareció conveniente. Pero nos ha entregado a los fieles a dos figuras encantadoras. María, toda sencillez y simpleza, modelo para todas las mujeres, en especial, de las madres. Y José, igualmente modelo de sumisión y laboriosidad, ejemplo para todos los hombres de buena voluntad, en especial, de los padres.
Los tiempos han cambiado. Las mujeres son hoy iguales -por lo menos, porque están en fase rampante- a los varones.. La preocupación por las hierofanías ha cedido terreno a otras obsesiones hedonistas. El poder de convocatoria de lo religioso es muy inferior a los llamados espectáculos de masas en donde no se reclama ninguna atención para las almas.
La velocidad de los cambios no impide, sin embargo, que la curia nos siga transmitiendo los mensajes de la divinidad a los demás humanos, con atención especial a los últimos reductos de educados en la fe católica, destinatarios predilectos. Ni preservativos, ni matrimonio homosexual, ni interrupción voluntaria de embarazo, ni relaciones sexuales antes del santo matrimonio.
Demasiada preocupación por lo sexual tiene en esta época la divinidad, por lo que parece. Antes andaba por otros derroteros.
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