Sobre el peligro de los viernes
Los viernes son vistos por la mayor parte de los que tienen trabajo como un día grato. La semana laboral termina para ellos allí, y se abre la perspectiva de un fin de semana lejos de jefes, compañeros chinches, máquinas rebeldes o llamadas de clientes disconformes.
El viernes ha desplazado al sábado como promesa de desahogo sexual para quienes tienen o buscan pareja con la que soñar despierto y, aunque no se diga, bien podría aplicársele, por analogía, la deplorable rima de "viernes, viernesete, camisa limpia y p...", con la que se hacían gracias los machitos ibéricos que se preparaban para la triste realidad de lo poco que se ligaba en los sesenta y setenta del pasado siglo.
Pero el peligro de los viernes al que nos queremos referir acude por otros lados. Estos días son los que eligen los especialistas en eso que se llama sicología industrial (no queremos ofender a nadie; se trata de poner un nombre aceptable a cada cosa) para aconsejar a los empleadores a que se despida a los trabajadores que sobran, a los díscolos o a los que destacan demasiado.
El personaje que hemos creado hace unos años (Linkweak) empieza su historia de viñetas así: siendo despedido un viernes. "Tengo mucho trabajo", se defiende, desde su ingenuidad de currante convulsivo. "Tanto mejor", le replica su jefe, Bigbós, un disminuído mental (no diagnosticado) encumbrado al control de una empresa de alta tecnología.
Los viernes son también los días que eligen los jueces y magistrados para largar, con prodigiosa frecuencia, sus Sentencias, en especial, las que resultan de contenido más abstruso. Sin duda, lo hacen así por una doble razón: la sensación de liberación que les produce, obtieniendo así mayor disfrute de su tiempo libre en el wíquén, y dejar (como en el caso anterior) unos días de meditación para que los que han perdido disminuyan su cabreo.
Podemos poner aún más ejemplo, pero dejemos en estas pinceladas la traslación del peligro de los viernes. Atentos, currantes, abogados y clientes, penados, confiados, insumisos, listos, desgraciados: los viernes son los días en que se toman las decisiones más difíciles, y, con ello, aumenta la probabilidad de que os corten cabezas o den la patada que os escocerá las ilusiones.
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