Sobre el plan B de MAFO y el manual del optimista
Miguel Angel Fernández Ordóñez, MAFO, -del acrónimo con sus iniciales-, gobernador del Banco de España, en su comparecencia (el 5.10.2010) ante la Comisión del Congreso de Diputados, ha hecho lo que le corresponde: pintar dudas sobre la recuperación española y aconsejar al Gobierno que tenga preparado un "plan B" por se las medidas para salir de la crisis no son suficientes y hay que utilizar otra gatera.
Para el presidente Zapatero, sin duda, MAFO estaría mejor callado. La filosofía del presidente no prevé la utilización de caminos alternativos, sino, en el estricto cumplimiento del Manual del optimista, que es su libro de cabecera, continuar adelante por el camino que haya elegido, no importa a dónde conduzca, en tanto que tenga seguidores.
Cuando vienen mal dadas, la posición del líder optimista es siempre muy arriesgada. El optimista pone en juego su credibilidad prometiendo el éxito, si se superan las dificultades presentes, que él debe presentar como pasajeras.
La cuestión que hace peculiar el optimismo del presidente Zapatero es que ha decidido sacrificar su credibilidad minimizando las dificultades y reduciendo los sacrificios que serían imprescindibles para obtener lo que se desea.
Los ejemplos de esta forma de actuar se pueden descubrir por doquier. Se ha negado la crisis, se ha indicado -cuando fue ya inevitable admitir su presencia- que España se encontraba en óptima situación, se ha proclamado por doquier -cuando fuimos descubiertos en el grupo de los peor dotados- que habíamos hecho rápido los deberes,...y ahora, por boca del secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos, Carlos Ocaña, se replica a la desagradable sugerencia de MAFO que no tenemos económicamente un plan B, sencillamente, porque no lo necesitamos.
El prudente hubiera contestado que, por supuesto, que lo tenemos. Un plan B y un plan C, y varios más, en el ovario de la gallina de las sugerencias.
Pero el presidente Zapatero está dispuesto a emular, superando el modelo, el comportamiento del mantenella y no enmendalla, de otros que pasaron a la leyenda llevando las contrarias.
Como Juan Martín Díaz, el Empecinado de Castrillo de Duero, al que Fernando VII otorgó máximos favores en 1808 y luego mandó matar por mantenerse liberal, deseo regio, por cierto, que el pueblo cumplió entre aplausos. Como Aguirre, el De la cólera de Dios, tan magníficamente inventado por Herzog e interpretado por Klaus Kinski, que siguió en su aventura Amazonas arriba sin darse cuenta de que solo pilotaba una balsa que se había llenado de monos.
Zapatero no vende ya su producto ni entre los suyos, pero intenta seguir adelante. Tomás Gómez, que no era su candidato en unas primarias del PSOE de Madrid para decidir quién perderá ante Esperanza Aguirre, venció a Trinidad Jiménez, que tenía todo el apoyo oficial del presidente y su Gobierno.
Tampoco tenía plan B. Al conocer el resultado, se limitó a decir que Gómez era el mejor y que tenía todo su apoyo. Lo que pasa es que al empecinado Zapatero se le ha visto en la balsa con muy pocos cromos.
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espe10 -