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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la recuperación de la crisis y la creación de empleo (2)

Proseguimos en este Comentario el análisis de los argumentos expuestos en la Jornada sobre "La economía y las empresas españolas ¿dónde estamos? ¿hacia dónde vamos?", que se celebró el 27 de septiembre en el IIE, y en la que fueron ponentes Juan Miguel Villar Mir, Miguel Boyer y Antonio González-Adalid.

Indicó Villar Mir, siguiendo con su argumentación acerca de los problemas con los que se está viendo confrontada España para salir de la crisis, que, para el control del déficit exterior, hay que considerar el endeudamiento no solo del Estado, sino de todo el sistema financiero, incluyendo las empresas y las familias. El endeudamiento total español se evalúa en el 280% del PIB -que es de 1 millón de millones de euros-, lo que arroja la escalofriante cifra (el adjetivo es nuestro) de 2,8 millones de millones de euros.

La situación es ahora, pues, peor para España que al principio de la crisis. Además, se debe tener en cuenta que ha habido un cambio de calidad en el concepto tradicional de "paises desarrollados y emergentes": estos últimos están creciendo ya al 6,7%, con una "salida en V" de la crisis. Otros, como Europa del Este y Japón, han sufrido una recaída; y, en fin, otros, como irlanda, España, Grecia o Italia, ofrecen un perfil más plano, no apareciendo claro cuándo van a empezar su recuperación.

Se puede decir que en la vieja Europa, con un 40 a 50% de gasto público y una cultura de bienestar bien arraigada, será más difícil la salida de la crisis.

Resumió Villar Mir su ponencia con estas ideas: España deberá generar actividad, con la digestión de las viviendas que sobran al mercado y ganar competitividad, reduciendo costos y aplicando una política de austeridad. La reforma de la Administración Pública, para reducir el gasto público, es, asímismo, imprescindible.

Miguel Boyer, que intervino a continuación, manifestó estar "de acuerdo en casi todo con Villar Mir". Con todo, puso sobre la mesa varias discrepancias significativas.

Matizó, por ejemplo, que Estados Unidos "tuvo una crisis inmobiliaria tremenda, muy superior a la de España"; también indicó que "hemos sido buenos ahorradores" -22% frente al 20% de EEUU-, y que no creía que se pudiera afirmar taxativamente que hubiéramos "vivido por encima de nuestras posibilidades, aunque hicimos cosas que no necesitábamos, como construir viviendas sin demanda y, posiblemente, creado infraestructuras que hubieran necesitado un período más extenso".

La inversión en construcción consumió el 15% de ese 30% de inversión total (referido al PIB), por lo que el desplome fue superior al de otros países, salvo Irlanda, que también dedicó un porcentaje similar.

Pero la cuestión clave del comentario de Miguel Boyer en relación con el empleo, fue cuando atribuyó la caída central del mismo, a la construcción (55,8% de los empleos perdidos, algo más de 1 millón de personas). Este sector, intensivo en mano de obra de escasa cualificación en general, acaparó más de 1 millón de inmigrantes (del total de 6,5 millones de extranjeros que se encuentran afincados en España). En él, la tasa de paro es del 36%.

En el sector de servicios, por el contrario, no ha habido destrucción de empleo; industria, por su parte, destruyó 860.000 puestos de trabajo, siendo el resto del incremento de desempleados provocado, sustancialmente, por el aumento de la población activa (más de 800.000 personas durante la crisis).

Miguel Boyer cree que, dada la alta tasa de ahorro español, y teniendo en cuenta que una parte de la crisis ha sido provocada por inversión que no era urgente o necesaria, será relativamente sencillo reinvertir la tendencia. Caso diferente es el de Grecia, en donde el ahorro era necesario "para sobrevivir", es decir, poder pagar su alta deuda exterior.

El problema del desempleo, reconoció Miguel Boyer, es de otra naturaleza. Más de 1 millón de parados actuales no van a encontrar trabajo en donde lo tuvieron, por lo que su reconversión es imprescindible; de entre ellos, un capítulo especial son los inmigrantes sin empleo, que permanecen en España, sin volver a su país ni desplazarse a otros países de Europa, que no están en situación de absorberlos.

Los agentes reguladores no advirtieron la gravedad de la situación. Es una situación que no previó nadie "salvo los que acostumbran a decir persistentemente que va a haber una crisis".

El BCE actuó tarde y mal, identificando el problema con la inflación; los americanos llevaban ya más de un año bajando sus tipos de interés, y en la UE no se reaccionaba. En octubre de 2009, tanto el FM como el BEI identificaban una recuperación "débil e incipiente" y recomendaban seguir con los paquetes de medidas.

Apareció entonces la crisis de la deuda, que fue solventada en España con éxito, gracias -dijo Boyer, que elogió en otros momentos a la ministra y a su equipo- "al instinto de Elena Salgado y a su afición a los impuestos". La actuación de nuestro país "fue de las más serias", aunque no contó con el apoyo de algunos medios, interesados en criticarnos como perteneciente "a los países del Club Mediterráneo".

Así, el Finantial Times, "con el juego que suele hacer", situaba a Solbes en penúltimo lugar de los ocho ministros económicos europeos, en el que había calificado al griego como segundo mejor.

La economía está empezando a recuperarse lentamente; este año, se llevan dos trimestres de crecimiento, débil aún, pero positivo. Se daba por supuesto que al subir el iva y caer los estímulos a la inversión, se produciría una inflexión negativa, pero ha quedado probado que nuestra economía tiene otros estímulos, una vez que se ha tocado fondo, porque hay menos miedo a consumir.

Se ha superado, esgrimió Miguel Boyer, el temor a que la crisis se prolongara, y el consumo privado y las exportaciones están presentando un buen comportamiento y el resultado bruto de las empresas experimenta factores de multiplicación de 1,3 o 1,4, lo que indica que la productividad por empleo es superior.

¿Cómo volver al dinamismo? se preguntaba Boyer. "Durante mucho tiempo no podremos contar con la construcción, pero tampoco su valor añadido era tan importante: apenas un 4% en 1997, por ejemplo. El dinamismo provendrá de los servicios, que constituyen el 71% de la economía española.

La industria también está creciendo, aunque su incremento en productividad es de tal tipo que no genera empleo. Los precios de la exportación han experimentado un crecimiento muy notable; en el período 2001-2010 el crecimiento ha sido consistente, del 0,7% anual, mayor que la media de las empresas europeas.

En cuanto al pib, Miguel Boyer destacó que España ha multiplicado su valor por 8 desde 1950. En 1960, la economía alemana era 6 veces superior a la de España, y hoy, solamente la duplica. Otros países, como Italia y Francia solo la multiplican actualmente por 1,2.

En su resumen, Boyer expresó que "no es de esperar que nos vayamos a volver imbéciles de pronto. Es muy difícil que, con el dinamismo que hemos demostrado, vayamos a quedarnos cogidos en una trampa".

Cerró el trío de intervenciones Antonio González Adalid, para el que "las cosas están mejorando más rápido fuera de España" que en nuestro país.

Ve González Adalid, que las empresas se están desapalancando (reduciendo inversiones y deuda) y que, en consecuencia, la demanda interna se ha reducido.

Por ello, una de las salidas a la crisis tendrá que provenir del sector exterior, defendió González Adalid, poniendo como referencia la publicación del Círculo de Empresarios "Una industria competitiva, clave para el crecimiento", que está disponible en la red.

En el documento se expresan las reformas necesarias en el marco institucional, y se pone de manifiesto que "nos estamos olvidando de la industria" y, en el mismo sentido, resulta que "no hay en España suficientes ingenieros".

La desconsideración hacia los técnicos cualificados se refleja en la disminución del interés por seguir carreras de ingeniería, habiendo descendido la matriculación en el primer curso de 17.000 estudiantes (2003) a solo 12.000 en el curso 2006/2007, por ejemplo.

Otros dos elementos que deben corregirse, según J. Antonio González Adalid, son el uso del ferrocarril (solo el 4% del transporte de mercancías se realiza por este medio, frente al 18% de la UE), especialmente necesario habida cuenta de que el transporte es responsable del 50% del consumo de energía primaria; y la política energética, puesto que los precios de UNESA ocupan el cuarto lugar entre los más altos de la UE.

(continuará)

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