Sobre dinero, rentabilidad, responsabilidad social y refugio
La caída persistente de las Bolsas está reflejando, desde luego, la desconfianza de los que tienen dinero en la economía y en su recuperación a corto plazo. Las previsiones optimistas sobre beneficios de los grupos empresariales se han tornado en convicciones de que la coyuntura es pésima, y que hay que rebajar las cifras de ingresos, olvidarse de los beneficios, apechugar con los créditos y reducir gastos.
¿Quienes están mejor adaptados para resistir las crisis? ¿Las grandes empresas, en donde diplomados ejecutivos de verbo fácil han presentado un panorama rosa a sus accionistas, siendo generosamente recompensados por sus valientes actuaciones con salarios desmesurados y participaciones en beneficios prematuros? ¿Los llamados pequeños empresarios, pertrechados con dedicación, ilusión y capacidad de resistencia, para sacar adelante su proyecto? ¿Los autonómos, acostumbrados a no mirar el reloj (ni el bolsillo)?
El dinero es cobarde, ya se ha dicho muchas veces, y huye cuando ve peligro de que lo devoren. Tardará en volver a las Bolsas y a los proyectos que impliquen algo de riesgo, y se refugiará -como siempre ha hecho, cuando vienen mal dadas- en la compra de terrenos e inmuebles a quienes se ven obligados a desprenderse de ellos por necesidad, en la adquisición de joyas y objetos de arte de valor seguro, en la oscuridad del calcetín y la caja fuerte... Dejará de ser productivo socialmente, y se convertirá en un topo de la coyuntura, amargándola.
Caiga sobre quienes hagan así, el castigo de los dioses. La Biblia, libro sabio que recoge -junto a coyunturales consejos que han pasado a mejor vida sepultados por la historia o por la inopia- las enseñanzas seculares de un pueblo apegado al dinero, dogmatiza: "Si prestas dinero a alguno (...), vecino tuyo, no serás usurero con él, exigiéndole intereses". (Exodo, 22,24).
Y en cuanto al destino que hay que dar a los talentos, hasta los más infieles saben que una parábola de fuste ordena que no se ponga bajo el celemín, sino que es obligado darles rotación, para que generen riqueza y sirvan de alivio a la pobreza de los otros.
1 comentario
Guillermo Díaz -
Creo que estamos entrando en una seria recesión y probablemente estamos en el fin de un modelo económico.