Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

Por qué y por quiénes estamos en una crisis

Quesíes. Que si la avidez de unos pocos, que si la corrupción de ciertos estamentos, que si la falta de un liderazgo, que si hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, que si la economía sumergida, que si el boom del ladrillo, que si nos han crecido los evasores de impuestos y los paraísos fiscales, que si la desordenada globalización, que si el coste desorbitado del cuidado al ambiente, que si la excesiva apetencia de la sociedad del bienestar, que si los inasumibles niveles de prestaciones sociales o las interesadas elucubraciones de las agencias de rating...

Todas esas razones están muy bien para aplicarlas al caso, son creíbles, no parece sensato discutir su importancia, aunque no entendamos mucho respecto a la forma de cuantificar su relevancia. Podrían añadirse, incluso otras, y formar con ellas un panorama muy completo, nunca exhaustivo y que, por supuesto, será oportunamente -quiero decir, cuando ya no tenga aplicación- libro de texto en las escuelas de negocios.

Pero ¿por qué estamos viviendo la crisis justamente ahora?. ¿Quiénes están detrás, por encima de los seres humanos, si es que existe esa figura, de todo este movimiento para una brusca concienciación colectiva de que "algo va mal", sin que se estuviera plenamente seguro de qué había que hacer para corregir esa deriva hacia la calamidad? ¿Qué nos rige, desde el espacio de la metafísica?

De entre los dioses a los que se podría rendir veneración nuestra aldea global, los más sagaces han elegido rendir pleitesía al dinero y pedirle perdón.  Podíamos, si nos hubieran dejado en liberta para opinar, haber elegido otros, porque el elenco de deidades es, realmente, amplio.

De haber escuchado con mayor atención las voces interiores, habríamos tenido más consideración hacia uno de los dioses principales, temido por encontrarse en los lugares más recónditos del alma humana, en donde aparece de pronto, como el enano saltarín de los cuentos infantiles, amargándonos los buenos momentos: la ética.

Pero no escribo este Comentario para poner de manifiesto los principios deontológicos que hemos perdido, -en realidad, perdidos no están, los hemos dejado momentáneamente arrumbados, por conveniencia-, en nuestro camino inevitable hacia el más allá, oséa, hacia el futuro.

Me siento a la puerta de mi casa y veo pasar a muchos semejantes con su carga a cuestas. Me acerco para ver en qué consiste ese lastre y advierto que es un entresijo de miedos, conformismos, ignorancias, desánimos. Hay, en ese petate que llevan al hombro, con seguridad, muchas más cosas, pero rodeando ese interior, cubriéndolo todo como un líquen, resalta ese envoltorio incómodo.

Me parece que hemos perdido la ilusión. De tanto escuchar a los que nos hablan de temores, por prestar demasiada atención a esos profetas agónicos, nos hemos contagiado de su pesimismo.

Ahora que sabemos por qué y por quienes estamos en crisis, es momento de tomar las riendas de nuestro futuro, apartando de un manotazo a quienes no ven más que dificultades: no necesitamos consejos para amargarnos más.

Pongamos a un dios menor en el altar de las máximas veneraciones: la ilusión. Y entreguémonos, con devoción sin tapujos, a su poderosa influencia.

 

2 comentarios

Jorge -

Con ilusión y coraje desafiemos a los avariciosos, mentirosos y poderosos, suelen ser los mismos. Me encanta la proclama, mucha suerte.

Francisco Gonzalez -

Hay mucha gente que gana bien su vida, que no ha sufrido las consecuencias de la crisis y que pese a todo tiene una vida muy poco envidiable.
No sólo no son felices ni podrán serlo, sino que sufren. Y su cantidad no es anecdótica.
Suelen no hacer en la vida lo que ellos quieren o quisieron sino que crecieron, estudiron, trabajron y trabajan para otros, en el sentido amplio.
Se dice "ahora no hay más que egoismo". Ya nos gustaría que sólo hubiese egoismo, lo que hay es alienación disfrazada de egoísmo y de "amor propio". Esoo sí que es una Crisis de verdad.