Sobre la importancia
Escribe Indro Montanelli ("Historia de los griegos", Ed. Backlist), que "lo primero que hay que hacer para adquirir importancia es darse mucha".
El agudo consejo le viene al hilo al que fue uno de los mejores periodistas italianos, recontando la historia de Zeuxis de Heraclea, el orgulloso artista que pintaba uvas que atraían bandadas de pájaros y cuyo orgullo resultaría herido por Parrasio de Efeso, otro enamorado de su propio arte que engañó a su rival Lhaciéndole creer que la cortina que había pintado ocultaba un cuadro, cuando ella era el cuadro mismo.
Ninguna obra se conserva de tan dotados genios, y solo han quedado un par de anécdotas relativas a la importancia que se daban a sí mismos y la veneración que suscitaron entre sus contemporáneos.
Desde la perspectiva moderna, y contando con la incredulidad de estos tiempos, podemos expresar, sin asomo de duda, que "ya sería menos" y que su arte, por egregio que pareciera a sus contemporáneos, no nos causaría ahora más que una efímera admiración, justificando tal vez tres o cuatro horas de espera en la cola a las puertas de un museo, antes de tomarnos una caña con cacahuetes.
En cambio, sigue con plena validez la cuestión de lo importante que es darse importancia para que otros te la den. Nuestro ejemplo local posiblemente más paradigmático, aunque de parecido tenor tenemos la casa llena, es el de Belén Esteban.
Esta inteligente mujer se ha mantenido camaleónicamente en la palestra mediática utilizando a la perfección el principio de hacerse imprescindible para una buena parte de sus conciudadanos y adláteres. Sus virtudes específicas se mantienen ocultas primorosamente, pero su importancia ha cobrado tal entidad que ha pasado a formar el núcleo vital esencial de mucha gente.
¿Qué opina Belén Esteban sobre esto o aquello? ¿Qué hace, ha hecho, hará? ¿Cómo defiende, acusa, se inhibe, tolera o amenaza? Son preguntas inquietantes, absolutamente anodinas y completamente indiferentes para nuestra existencia (y puede que hasta para la suya propia), pero es importante saberlo todo sobre ella.
Porque se ha dado mucha, muchísima importancia, y es imposible quitárnosla de encima.
(La foto que acompaña a este comentario corresponde al número de la revista ¡Hola! del 6 de agosto de 1998, y la original fue realizada por Alberto Matey)
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