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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre cenas donde el menú somos todos

Los papás que envían a sus hijos a estudiar en las escuelas de negocios han oído campanas, pero quízá no todos los repiques adecuados.

Porque, por supuesto, no se trata de seguir cualquier cursillo que te adjudique un MBA de baratillo. Ni siquiera basta haberse graduado en finanzas en la Universidad de Nueva York y tener un master por Hardvard. Hay que seguir perfeccionando el currículum con trabajos en varias empresas que se dediquen a hacer cosas raras con el dinero: Boston Consulting Group, Bear Sterns. Gruss Partners, Goldman Sachs, Lehman Brothers y demás especialistas en sacar rendimiento a las carteras de los grandes inversores, esos que mueven los hilos del mundo.

No serás nunca inmensamente rico, pero manejarás mucho dinero y podrás tomar decisiones importantes. Y, de vez en cuando, como parte de tu trabajo, te reunirás a cenar con otros gestores de grandes fortunas, compañeros o rivales en algún master, para, estimulada la imaginación por un poco de champán y la agradable sensación de crear en grupo sin barreras formales, aplicar los juegos de estrategia aprendidos en las aulas al mundo real.

Habrá quien se eche las manos a la cabeza al enterarse que los gestores de las carteras de hedge funds de los más ricos del mundo, entre los que se cuentan George Soros, John Paulson y Steven Cohen, fueron descubiertos cenando en el Townhouse, hace unas semanas, en una idea dinner, al parecer, para conspirar sobre cómo hundir el euro y sacar tajada de los mordiscos a las economías más débiles de la Unión Europea.

Tomaron un acuerdo tremendamente imaginativo: difundir que algunos países de esa coalición de empresarios que disponía de una moneda única, llamada euro, con la que daba gusto jugar a la especulación desde el dólar, entrarían en suspensión de pagos, manejando a la perfección un mecanismo perverso que se habían inventado que era el de los índices de solvencia.

Para apalancar la idea-fuerza, se confabularon para elevar el precio del dinero a cuantos acudieran a sus ventanillas en busca de liquidez para atender a los vencimientos de los préstamos pendientes.

El descubrimiento del complot ha hecho saltar los gritos de aviso de los gestores de los fondos públicos de la lejana Europa, es decir, de los presidentes de los países del núcleo duro de la Unión Europea, que también se reúnen a cenar de vez en cuando, pero no tienen, lamentablemente, -sus papás no han podido pagárselos- el mismo bagaje intelectual y formal, aunque no les faltan redaños.

En la cena convocada de urgencia para decidir qué se podía hacer ante el ataque, reinó cierto alboroto, y quienes más gritaron, por supuesto, fueron los más débiles de la manada de piezas de caza, preocupados de que se produjera una estampida y se quedaran con los culetes expuestos de sus economías.

Para su consuelo, no se ha producido tal estampida, y los países de la Unión se están comportando como hemos leído que hacen los caballos cuando sufren el ataque de los lobos, que se concentran en círculo para dar coces a quien se atreva a tocar a uno solo de la recua. La foto de la operación de defensa ha resultado muy bonita, si bien, observándola con mayor aumento, se advierte que por algunas patas corren líquidos malolientes.

Entretanto, los brillantes alumnos de las escuelas de negocios norteamericanas siguen planificando cenas, en las que, junto al pollo al limón y el filet mignon, en el menú potencial entramos todos. En su exquisito programa, como en toda operación de caza bien organizada, los depredadores simulan perseguir una pieza, pero, en realidad, aspiran a zamparse otra, esperando, agazapados, que se ponga al alcance de sus garras.

(Nota: Agradecemos a XLSemanal la idea base para confeccionar este Comentario, y discrepamos, desde nuestra modesta posición, de la opinión del premio Nobel Joseph Stiglitz que juzga legal, aunque tal vez éticamente reprochable, el comportamiento de los magos de las finanzas que son coprotagonistas de la historia: ni ético, ni legal. Otra cosa es que alcance su castigo.)

 

1 comentario

Miguel -

Yo me equivoqué de master. Porque los emprendedores que intentamos sacar adelante proyectos reales, con equipos reales, creando riqueza y puestos de trabajo, no tenemos cabida en cálculos financieros con TIRs elevadas y crecimientos exponenciales.

Vaya mundo...