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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la financiación empresarial y la crisis de los 70

Cuando el mundo se vió inmerso en la crisis de los 70, se habló, por supuesto, de un punto de inflexión en la historia, de una encrucijada que debería suponer la recomposición de las fuerzas dinámicas que habían sustentado el crecimiento económico hasta entonces. Era el momento, se repitió hasta la saciedad, de replantearse la dinámica de la evolución mundial.

Este nuevo planteamiento se concretó en varios ejes. Se argumentó acerca de la necesidad de eliminar la bipolaridad entre el mundo desarrollado y el subdesarrollado, considerándolo como un único sistema global. Las reivindicaciones del Tercer mundo en relación con el apoyo de los países que habían alcanzado un alto bienestar, sugerían propuestas sensatas acerca de modificar un modelo de desarrollo tecnológico, incorporando elementos que impulsaran la sanidad, la educación, las coberturas sociales.

En España, la culpabilidad de la crisis se achacaba fundamentalmente a la grave dependencia exterior de la economía, proponiéndose el reforzamiento del sector público, la corrección de los desequilibrios regionales, la mejora de la flexibilidad y transparencia del sector financiero, la contención de la especulación urbanística y del deterioro del sector agrario, el apoyo a la pequeña y mediana empresa...

El mundo ha evolucionado en estos 30 años hacia una mayor bipolarización, al crecimiento de las grandes empresas con proyección multinacional, y a demostrar la incapacidad para el entendimiento pacífico de los pueblos, agravado con guerras y fanatismos religiosos, raciales, energéticos y, en última y verdadera instancia, económicos.

Los líderes del G-20 (más el presidente Zapatero) podrán llenar sus libretas en Washintong de apuntes voluntaristas respecto a lo que hay que hacer, para controlar las hambrunas, el paro creciente, la destrucción ambiental, el desplome financiero. Recibirán sus propios aplausos, sin duda, y, enardecidos por ellos, puede que se vuelvan a sus casas pensando que han conseguido corregir la situación, al concederse un respiro, un plazo algo más largo.

No deberían engañarse, ni engañarnos. La redistribución del dinero es solo una parodia de la redistribución de la riqueza del mundo. Debemos, más que aumentar la productividad y la generación de más beneficios en algunos sectores, plantearnos cómo actuar en estos ejes básicos: eliminación del hambre, difusión total de las soluciones sanitarias y ambientales, apoyo a las familias y a sus economías básicas, cobertura social, control estatal e incluso supranacional de la acumulación desmedida de riquezas.

Porque las crisis del capitalismo tienen siempre las mismas causas, y los analistas pueden proponer idénticas medidas, pero si los que deben cumplirlas no las siguen, solamente se conseguirá agravar la magnitud del siguiente descalabro. Y esto tiene el aspecto de estar llegando a sus últimas consecuencias. Ni Gea, ni los oprimidos, ni los más sensatos, dejan margen para actuaciones voluntaristas. Hay que calzarse las botas y destruir, de verdad, varios de nuestros ídolos.

 

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