Sobre la resurrección de los muertos
La resurrección de los muertos está en la esencia de nuestra inquietud filosófica. Tanto del erudito en teosofías como del torpe atraído por la intuición patafísica.
La muerte de todos los seres animados es una verdad cuyo cumplimiento sistemático constatamos sin fisuras. Lo comprobamos en el fallecimiento de las personas que conocimos, lo sufrimos en la muerte de aquellos a quienes amamos, y sospechamos con incómoda presunción que lo mismo nos sucederá a nosotros. Esperamos que lo más tarde posible.
Pero la resurrección de los muertos no ha sido comprobada por nadie. Algunos, muy pocos, bajo sospecha fundada de haber sufrido alucinaciones u otras debilidades de la mente, nos quieren ilustrar sobre apariciones de fallecidos, mensajes de seres celestiales o visiones de luminarias cegadoras en túneles de paz o de inquietud.
No será necesario que resucitemos con los mismos cuerpos que tuvimos y, si podemos elegir, podría ser más justo que los feos nos reencarnáramos en algún canon estético, para que disfrutáramos por un tiempo de la capacidad de atractivo que se nos negó mientras soportábamos lo puesto. Sin embargo, lo confesemos o nos, necesitamos confiar en alguna forma de trascedencia. Eterna o más inmediata, gnóstica o pagana, solitaria o grupal.
Las religiones y cualesquiera ejercicio dimanante de la espiritualidad, se basan en esta negación de nuestra finitud, en la resistencia a desaparecer. Cierto que algunas personas dicen no tener esa inquietud (en especial, cuando se hacen ya mayores), pero muchos actos de su existencia contradicen esa postura.
La literatura y, sobre todo, el cine, se han recreado en historias de aparecidos, que vuelven al mundo de los vivos para perturbar su tranquilidad. En los Carnavales, disfrazarse de zombi da mucho juego para asustar a los demás, en la pretensión de reirse de uno mismo.
Los cristianos dicen creer en la resurrección de los muertos, vinculada con la existencia eterna. Otras religiones manejan términos parecidos. Los pensamientos de introspección trascedente se remiten a un posible progreso individual en el conocimiento que nos llevaría a un ascenso metafísico en nuestra incardinación con todo lo que es.
Felices vacaciones, lectores.
0 comentarios