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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre lo nuclear de la energía

El Presidente Obama, confirmando las conjeturas acerca del relanzamiento de la producción de energía con base en los reactores de fisión en Estados Unidos, anunció el 16 de febrero de 2010 la concesión de un préstamo de 8.300 millones de dólares para construir la primera planta nuclear en tres décadas, con el fin de conseguir el apoyo de un sector de los senadores republicanos para desbloquear la situación que está impidiendo el apoyo norteamericano a un nuevo tratado post-Kioto.

La concesión formaría parte de un paquete de ayudas para construir entre 9 y 12 centrales nucleares, que se añadirían a las 106 ya existentes en el país, y que actualmente son responsables del 20% de la generación energía primaria, y, dentro de ella, de más del 70% de la producción limpia de efecto contaminante por el CO2.

Barack Obama defiende la actuación con varios argumentos, que han quedado expresados por él mismo o sus colaboradores directos, y que constituyen un ejemplo de lógica técno-económica.  

Desde la necesidad de actuar de inmediato contra el cambio climático, que supone aprovechar esta energía disponible no productora de gases con efecto invernadero, hasta la imposibilidad de atender a las necesidades energéticas del país con solo las restantes fuentes, el mantenimiento de la competitividad de la industria norteamericana y, en fin, la convicción de que el bienestar de las poblaciones ha de lograrse sin crear cargas económicas innecesarias para las generaciones futuras. Esto último, lo ha concretado de esta forma brillante:

"Just as it would be a terrible mistake to borrow against our children’s future to pay our way today, it would be equally wrong to neglect their future by failing to invest in areas that will determine our economic success in this new century." 

Nos podemos imaginar la cara de tontos que se les habrá puesto al grupo de asesores del presidente Zapatero -ese pequeño país que se cree próximo al ombligo del mundo-, que tal vez habían creído que las ideas y los objetivos de ambos presidentes -representantes, respectivamente, del rico Epulón y el pobre Lázaro- estaban en completa sintonía.

La situación sirve para poner de manifiesto, por añadidura, la diferencia entre lo que se considera "ser un Quijote" en España y en los países anglosajones. Aquí, cuando expresamos que "alguien es un Quijote" o que actúa quijotescamente, le damos un tono de virtud, incluso de superioridad ética, propio de quien defiende sus ideales a despecho de los que opinan lo contrario, convencido de que son nobles y certeros.

En los Estados Unidos y en el Reino Unido, los Quijotes son iluminados que no son capaces de entender que están equivocados, a pesar de las claras señales que reciben, y se empeñan, hasta su destrucción y la de los suyos, en seguir el camino erróneo.

Cada vez nos sentimos más Quijotes, pero en el sentido anglosajón. En lugar de ir a lo nuclear, y poner nuestros pies en la tierra, nos vamos por las ramas, actuando de saltimbanquis sin entretenamiento para el espectáculo, por lo que lo único que cabe esperar es que nos demos un batacazo.

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