Sobre lo que pintan los críticos de arte
Dentro de la excelente iniciativa de sacar a la luz, en exposiciones temporales, diversas obras que permanecen ocultas en los ricos fondos que no forman parte del "núcleo duro" del Museo del Prado, se están restaurando y dedicando atención a obras de autores (fundamentalmente pintores) olvidados o poco conocidos del público.
Javier Barón Thaidigsmann, director de pintura del siglo XIX del Prado, impartió una excelente conferencia sobre A. de Beruete, un pintor paisajista madrileño que enseñó técnicas pictóricas y que incluso trató -e influyó- sobre Sorolla, junto al que pintó varios temas en Toledo.
Barón viene estudiando la pintura española del XIX desde hace años. Su tesis, dirigida por Germán Ramallo y leída en 1989, se centró en ese tema, en el que varios autores permanecían olvidados.
La presentación de Javier Barón, interesante y bien documentada, se distinguió, en especial, por una razón singularísima, respecto a otras charlas de críticos y profesores de arte. Aunque no dejó de presentar las cuestiones básicas de la vida del pintor -fue abogado de prestigio, era persona de "pudientes", no desdeñó un escarceo por el campo de la política- se detuvo, ante todo, en comentar su pintura: su técnica pictórica, el tratamiento del color y de las pinceladas, la evolución en la selección de los temas, etc.
A alguno de los oyentes nos hizo recordar a un maestro de la crítica de arte. El profesor Carlos Cid Priego (fallecido en 1998), que enseñó a varias generaciones de alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras de Oviedo, a ver el arte, desde dentro, desde la posición del pintor. Para él, no era tan importante -sin que fuera de despreciar- la vida del artista, como la obra misma, a la que el crítico debería saber enmarcar en su época y en su tendencia, haberla estudiado para entender su evolución, sus razones artísticas, su técnica.
Javier Barón, al dar una visión integral de un artista poco conocido que, además, fue pintor de pequeños formatos transportables (pintaba directamente de la naturaleza), se alejó de los críticos de arte y comentaristas al uso, que atiborran a sus oyentes o lectores con apabullantes e inútiles pormenores de sus vidas, y se olvidan de enseñar a ver y a entender el pulso de la creatividad, el deseo del artista de mostrar una forma de entender la vida y pretender comunicarla.
Y al alejarse de ellos, se acercó, para abrazarla con fruición, a la genuina crítica de arte, dejando un magnífico sabor de respeto, conocimiento y prudencia, en el ambiente.
(Por cierto que, como es habitual en Madrid, la audiencia estaba compuesta fundamentalmente por gentes de la tercera edad y, dentro de ella, por mujeres. Aunque el aforo estaba prácticamente al completo, no deja de ser una lástima que la juventud se pierda enseñanzas como ésta, que tanto ayudan a mirar con otros ojos -los del que sabe y sabe decirlo- lo que nos rodea)
2 comentarios
Angel Arias -
Maria -