Sobre la sexualidad y la persona
Es una lástima que nuestra sociedad esté confundiendo sexualidad con sensualidad, porque nos estamos perdiendo lo mejor.
Quienes más sufren con este descalabro de valores son los jóvenes, a quienes nadie parece haber explicado educación sensual, esto es, la que tiene que ver con los sentimientos y que, a diferencia del sexo, puede y debe crecer con la edad y robustecerse y animarse con la formación integral de la persona.
Si hay dos colectivos que pudiéramos detectar como especialmente afectados, aunque por diferentes razones, podríamos apuntar hacia las mujeres (en particular, las más jóvenes) y los homosexuales (en concreto, los que hayan decidido reconocer su orientación sexual públicamente).
Es lamentable advertir que multitud de adolescentes, prácticamente niñas, se lanzan cada fin de semana a la calle en traje de conquista, vestidas con una ausencia de recato que no tiene que ver con la moda, sino con la presentación de sí mismas como objeto sexual. No es cuestión de juzgar la situación ni bajo la presunción de gazmoñería ni prejuicios. Basta conocer mínimamente la cuestión, visitar los lugares de reunión de los jóvenes, detectar los estados de intoxicación de demasiados de entre ellos, e interesarse por conocer los resultados de esas explosiones de sexualidad.
Hay que enseñar a los padres y maestros a enseñar la diferencia entre libertad sexual y ejercicio de la sensualidad. El sexo produce placeres inmediatos, pero su falta de control conduce, especialmente a las mujeres, a situaciones de subordinación. Podemos discutir sobre la cuestión y matizarla, pero, y no solamente en nuestra sociedad, quien más pierde con el libertinaje sexual es siempre la mujer.
En cuanto a los homosexuales, la persistencia en identificar los comportamientos sentimentales con la tendencia sexual, les perjudicia. En lugar de entender que las relaciones de afectividad homosexual son una parte, absolutamente lícita y natural, de manifestación de la sensualidad humana, la facción heterosexual mal educada en atender a sentimientos, tiende a representar las parejas homosexuales desde la práctica del sexo únicamente.
Lamentable simplificación y adulteración de situaciones a la que ha llegado nuestra sociedad, apelando, paradógicamente, a los valores de la libertad y de la igualdad de géneros.
Quienes más sufren con este descalabro de valores son los jóvenes, a quienes nadie parece haber explicado educación sensual, esto es, la que tiene que ver con los sentimientos y que, a diferencia del sexo, puede y debe crecer con la edad y robustecerse y animarse con la formación integral de la persona.
Si hay dos colectivos que pudiéramos detectar como especialmente afectados, aunque por diferentes razones, podríamos apuntar hacia las mujeres (en particular, las más jóvenes) y los homosexuales (en concreto, los que hayan decidido reconocer su orientación sexual públicamente).
Es lamentable advertir que multitud de adolescentes, prácticamente niñas, se lanzan cada fin de semana a la calle en traje de conquista, vestidas con una ausencia de recato que no tiene que ver con la moda, sino con la presentación de sí mismas como objeto sexual. No es cuestión de juzgar la situación ni bajo la presunción de gazmoñería ni prejuicios. Basta conocer mínimamente la cuestión, visitar los lugares de reunión de los jóvenes, detectar los estados de intoxicación de demasiados de entre ellos, e interesarse por conocer los resultados de esas explosiones de sexualidad.
Hay que enseñar a los padres y maestros a enseñar la diferencia entre libertad sexual y ejercicio de la sensualidad. El sexo produce placeres inmediatos, pero su falta de control conduce, especialmente a las mujeres, a situaciones de subordinación. Podemos discutir sobre la cuestión y matizarla, pero, y no solamente en nuestra sociedad, quien más pierde con el libertinaje sexual es siempre la mujer.
En cuanto a los homosexuales, la persistencia en identificar los comportamientos sentimentales con la tendencia sexual, les perjudicia. En lugar de entender que las relaciones de afectividad homosexual son una parte, absolutamente lícita y natural, de manifestación de la sensualidad humana, la facción heterosexual mal educada en atender a sentimientos, tiende a representar las parejas homosexuales desde la práctica del sexo únicamente.
Lamentable simplificación y adulteración de situaciones a la que ha llegado nuestra sociedad, apelando, paradógicamente, a los valores de la libertad y de la igualdad de géneros.
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