Sobre la diferencia entre la libertad de opinión y el debate constructivo
En España existe libertad de opinión. Sin duda alguna. Cualquiera puede expresar lo que le apetezca. Cuestión diferente es que no le (a)traiga consecuencias desagradables. Puede perder su trabajo, ser marginado en el servicio, olvidado o ridiculizado por quienes opinan diferente.
Por eso, una buena parte de los españoles sigue prefiriendo no opinar, no dar la cara, no comparecer. Las opiniones, cuando se manifiestan, figuran enmascaradas tras un seudónimo, el anonimato, o un "Fulanito me contó que" o "Perenganito opina que". Por supuesto, en estos últimos casos, normalmente para tratar de hacer daño al citado.
En España no existe debate constructivo. Pocas gentes exponen sus ideas, aún menos de quienes las exponen lo hacen conocimiento y, de manera absolutamente sistemática, se rehúye el intercambio de opiniones y propuestas.
En consecuencia, se ha ido implantando el desánimo. Los que de verdad pueden aportar conocimientos a la mejora de la situación, se recluyen en el ostracismo. Buena parte de los que opinan, se limitan a repetir lo que han oído de otros, no importa si expresado con intención de engañar o desde el nulo o precario análisis.
Hace falta recuperar el debate. La Universidad debe dar ejemplo, porque la sociedad le ha encomendado formar a los mejores, educarlos en la colaboración, en el respeto a la pluralidad y a las normas de una sociedad democrática.
Pero la Universidad se ha convertido en un banco e pruebas en miniatura de la ineficacia de la libertad de opinión, expresada como supuesta libertad de cátedra y defensa de las prebendas propias en perjuicio de la valía ajena.
Hay que abrir puertas y ventanas para que en esta sociedad entre el debate, ya. Solo desde la voluntad de construir juntos una verdad que no es monopolio de nadie, de ningún partido, persona, secta, tendencia o grupo, avanzaremos.
Mientras creamos que la libertad de opinión es el objetivo, sin diferenciar entre los que gritan en la calle, escriben en un blog, pronuncian un discurso ante sus afiliados, escriben columnas en un diario de sesgo ideológico concreto, pontifican desde un púlpito o una cátedra...habremos pisoteado lo que da valor a la libertad de opinión, que es el debate de esas opiniones, para seleccionar y perfeccionar las mejores ideas y hacer de ellas el camino de todos.
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