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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la nostalgia de la izquierda europea

La aproximación de los programas políticos de los partidos de las derechas e izquierdas europeas ha traído como  consecuencia la confusión del electorado respecto a las propuestas.

Los nombres tampoco ayudan. La denominación de Revolucionario, Popular, Progresista, por ejemplo, puede adornar los acrónimos de los herederos de los conversacionistas más rancios. Pero es que Socialdemócrata, Europeo, o Republicano no son adjetivos especialmente seductores para los deseosos de que las cosas cambien, repartiendo mejor lo que se produzca por el trabajo colectivo.

Esta confusión terminológica es una de las casusas, aunque no evidentemente la única, del avance de la capacidad de convicción de los partidos que se pueden calificar objetivamente como situados a la derecha del centro social.

Las propuestas concretas tienen menos valor. Se atiende al atractivo (incluso físico) de los líderes y sus parejas; a la popularidad, conseguida no importa cómo, de los personajes de primera línea de los partidos.

Algo tiene que ver también la aversión al riesgo. Los cambios implican inseguridad, porque se generan nuevos tactismos, la orientación hacia los nuevos poderes.

Si los programas son parecidos, los partidos conservadores ofrecen más tranquilidad de que no habrá cambio de escenarios que creen intranquilidad. Las decisiones de los estómagos inmensamente agradecidos se unen así a la de los estómagos cuya hambre haya sido simplemente atemperada.

Porque, en este momento, los estómagos de los ciudadanos europeos están, razonablemente, satisfechos. La situación discurre reforzada porque los cerebros están vacíos para imaginar alternativas creativas. 

La percepción del cansancio tiene su paradigma en Italia. No tiene que ver con las características histriónicas del Presidente Berlusconi ni con sus aficiones a provocar escándalos. No se adorna con velinas, ni se pertecha de ministras más bellas que inteligentes (según dicen), ni se  sazona con su facilidad para ser inoportuno y hasta procaz.

No. Berlusconi no es más de derechas por esas manifestaciones estrambóticas. Su posición ideológica queda señalada por la ausencia de alternativas ideológicas desde su izquierda para construir un discurso sólido, que no se base en descalificar sino en ofrecer. Porque, en el mundo del espectáculo, del que la política es una derivada, Berlusconi ha asumido el papel del bufón inteligente, que es un personaje simpático en todas las operetas.

¿Será posible recuperar una izquierda genuina para Europa, capaz de proponer avances y no centrada en el reproche?.

!Qué importa que haya sido la causante de haber llegado hasta aquí!. Lo importante es que estamos asentados en unos avances sociales y económicos que parecen sólidos, y que son plataforma tanto para las opciones de derecha como para las de centro.

La izquierda tendrá que recuperar otros valores. Puede que reconstruírlos desde las cenizas. Los que representan la honestidad, la coherencia intelectual, la solidaridad, sin más matices que el trabajo y la capacidad personales, la cultura sin trampas, la discusión abierta sin marginaciones, la evaluación del mérito con la objetividad que solo se consigue desde la pluralidad de los juzgadores y su carácter de independientes. 

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