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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre comités y comisionados

Como ya no quedan tantas grandes empresas, quizá no todo el mundo tiene claro que los comités eran imprescindibles en las corporaciones privadas como en las públicas. No se concebía mover un dedo -estratégicamente hablando- si antes no se había reunido el comité, para que, oídos sus integrantes, el jefe decidiera lo que le saliera de su imaginación.

Pero es que lo importante era que todo el mundo que tenía algo que oponer se sintiera involucrado. Tenía su momento de gloria, su efímera oportunidad de decir lo que le apetecía, bueno o malo, a favor o en contra, y eso era suficiente para que se sintiera importante en relación con el tema. "Lo avisé" o "Me hicieron caso, por supuesto". Las batallitas del abuelo estarían así garantizadas.

¿Hay  comités hoy en día?. Y los que hay, ¿para qué sirven?. Admitamos en primer lugar, que hay comisiones, más que comités. Y que las tales comisiones no sirven prácticamente para nada, salvo para dilatar el momento de tomar la decision, con lo que puede suceder -generalmente, es así- que el problema se resolvió por sí mismo o que se ha complicado de manera que ya no hay dios que lo resuelva.

Veamos si no, quienes son los comisionados, es decir, los miembros de las comisiones que tengamos más a mano. ¿Son gentes que tienen algo que opinar sobre el tema?. Habitualmente, no. Un comisionado que se precie deberá estar callado como un muerto hasta que llegue el momento de votar, siempre de acuerdo con lo que el cabeza de fila de su facción haya decidido.

En consecuencia, los debates abiertos en las comisiones no sirven para nada. Los portavoces de las facciones lanzan su rollete, los miembros de cada grupo, elegidos por supuesto por su fidelidad a la causa, desaparecen en la cafetería o en el limbo de sus sueños hasta que se vota, y el resultado se puede predecir de antemano. Si hay mayoría suficiente, la propuesta del grupo dominante saldrá adelante, después de agotadas todas las maniobras dilatorias.

Nos parece que en las comisiones (nos referimos a las que tienen repercusión pública) deberían votar, no los comisionados, sino el público que asista al debate. Y podrían opinar también.

Por eso, cuando alguien dice "hay que abrir el debate", nos inclinamos a pensar que la propuesta debiera haber sido "cerremos el debate, y dediquémosnos a preguntar a los que saben, a ver qué sale".

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