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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre karst y espeleotemas

En la cueva de El Soplao, en Cantabria, entre los días 2 a 5 de julio de 2009, se celebraron las terceras jornadas de Espeleología científica. Una iniciativa conjunta del Gobierno de Cantabria (Consejeria de Cultura), la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Madrid, la Universidad de Cantabria y la entidad público-privada que tiene la gestión de la cueva.

El escenario de El Soplao es impresionante. La cueva (en realidad, varias interconexionadas, por efecto de a actividad de la naturaleza y algunas intencionadas intervenciones) tiene más de 20 km de longitud y está reconocida como una de las más singulares y complejas oquedades kársticas europeas.

En el exterior, se ha preparado un complejo arquitectónico y de servicios, con la intención de atraer un número alto y diverso de visitantes. Un público variado, desde niños que van a pasar el día, acompañados de padres o maestros, a profesores universitarios y espeléologos, que estudian aspectos de la morfología y génesis de  los espeleotemas.

En solo tres años que la cueva está abierta al turismo, se ha alcanzado ya la cifra de los 300.000 visitantes anuales. El paisaje, magnífico, domina varios valles de la zona; a lo lejos, en días despejados, se ve el mar y alguno de los picos más representativos de la Cordillera Cantábrica.

La cueva fue descubierta a principios del siglo XX, como consecuencia de la explotación de las minas de La Florida, que extraían la blenda y la galena del macizo.

Al abandonarse la extracción minera, la preparación de la cueva para la visita pública, compatible con los trabajos de investigación y control, puede considerarse un ejemplo de rentabilización ordenada de un patrimonio natural.

La degradación kárstica de las rocas calizas en El Soplao, dada la abundancia de agua y las variadas mineralizaciones ha generado, durante cientos de siglos, singulares espeleotemas.

La construcción de los pasos, barandillas, plataformas y otros apoyos en el interior de la cueva ha motivado inevitablemente la destrucción definitiva de algunas, muy pocas, de las formaciones calcáreas.

La preparación de los itinerarios visitables (en dos modalidades, con tren minero "apañado" que incluso permite llevar al interior a personas con minusvalía, o "de aventura", con un mayor, aunque mínimo, esfuerzo físico) ha sido hecha con cuidado hacia la escenografía; en una zona, se ha aportado agua "fósil" para crear un minilago.

Estas intervenciones, suponemos, no gustarán a los conservacionistas puros. Tampoco satisfacen a ciertos espeleólogos de la zona, para los que las cavidades deberían haberse mantenido sustraídas de la comercialización.  En el trayecto por el interior, se pueden observar algunos "signos" de estos furtivos puristas, que se resisten a pasar por caja y ofrecen señales de que siguen entrando como y cuando les place por algunos de los huecos naturales que no han sido sellados.

El valor referencial de los espeleotemas, incluso como vectores para calcular la edad de episodios básicos de la Tierra, es muy importante, y aún queda mucho por investigar. Las cuevas constituyen, al menos hasta época reciente, ambientes intocados por la mano del hombre, y sus elementos físicos, han sido testigos y sufridores de terremotos, corrimientos, subsidencias, colapsos, sedimentaciones, escorrentías, glaciaciones, flujos de agua, etc.

Intepretar los espeleotemas correctamente ofrece mucha información. Por ejemplo, la duración de los períodos de glaciación, los ritmos de entrada del agua en las cuevas, la pureza de la atmósfera, la procedencia de los detritus y  elementos de disolución, o sobre las temperaturas y atmósferas a lo largo de los miles de años en que se formaron.

Las cavidades de El Soplao tienen para los especialistas y estudiosos del karst, singularidades que la sitúan en el primer nivel. Compatibilizar los intereses científicos con los mercantiles es la apuesta de la gestión interesada -fórmula jurídico-adminsitrativa- de El Soplao y el gobierno de Cantabria. Que se mantenga por mucho tiempo.

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