Sobre la i+d española
Mientras los optimistas le siguen poniendo letras a la i+d (investigación y desarrollo, inicialmente; hoy: i+i+d: investigación, innovación, desarrollo; o i+d+i+i+d, que dicen ser investigación, inventiva, innovación, desarrollo, dinamización), la realidad parece indicar con terquedad que la d no es desarrollo, sino deporte; y la i, más bien será ignorancia.
Ignorancia y fútbol son los ejes que guían a la sociedad española. Puede que el cambio de paradigma que se propugna tenga que ver con esas dos entidades. Un pueblo que no conoce, no discute; y un pueblo que está interesado fundamentalmente por el fútbol (como espectáculo, no como deporte practicado), será feliz en su estupidez.
Sería injusto, sin embargo, dejar reducido a ese esquema la valoración de nuestra actual modelo de vida colectivo.
Somos un país constructor de paradojas. He aquí algunas:
Nuestro complejo y redundante mapa de autovías tiene su contrapunto en una insuficiente red ferroviaria, infrautilizada y centralista. Somos un país turístico que ha esquilmado la costa, permitiendo una alta densidad de ocupación del demanio y una insoportable proliferación de edificaciones antiestéticas; tampoco nos importa ver caer a diario, abandonadas o sometidas a la piqueta de la especulación, referencias arquitectónicas valiosas.
Tenemos el mayor porcentaje europeo de zonas naturales protegidas, y una baja conciencia ecológica colectiva.
Nuestro país evidencia una intensa variedad edafológica y climática, que pretendemos cambiar contra natura con manifestaciones populares para forzar inversiones ineficientes: aquí no a un pantano, allí queremos un trasvase, acullá pretendemos convertir un secano ancestral en tierras de regadío, pero también somos capaces de construir una ciudad sobre un delta.
Poseemos una notable capacidad creativa a nivel individual, superada con creces por la incapacidad colectiva para la organización y la falta de respeto al trabajo ajeno.
Hemos llegado tarde y mal a todas las industrializaciones, y hemos gastado muchas divisas en incorporar tecnologías aplicadas que no han servido para generar investigadores eficientes. Preferimos autoimponernos medallas sin valor a integrarnos en equipos en los que prima el trabajo serio, honesto, callado.
Somos un país pobre, con un déficit público muy alto -especialmente a nivel de las administraciones locales-, siempre imaginando que el futuro nos dará los recursos necesarios, aunque sin la menor planificación de ese desarrollo.
Tenemos una clase política incompetente, con graves focos de corrupción, que nos introducen continuamente elementos de debate intrascendentes, para distraernos.
Tenemos un empresariado poco ilustrado, con escasa visión internacional, cortoplacista y poco amigo del riesgo, y una clase trabajadora con sindicatos autocomplacientes y despreocupados por la generación de empleo de calidad.
Soportamos un funcionariado cómodo, ineficiente y caro, pero convencido de su superioridad.
Tenemos un profesorado indolente, endogámico, acicalado con un alumnado insolente e ignorante.
Siga Vd., por favor. Nosotros nos hemos cansado de escribir por hoy.
1 comentario
Antoine -
En cuanto al siglónimo aditivo más adecuado, yo recuerdo i+d+i+d (investigación, desarrollo, innovación y difusión) o la i+i (imaginación para la innovación); aunque lo realmente relevante es el supuesto carácter aditivo de la expresión, en el que casi nadie ha abundado. Para muestra, el botón del sistema subvencionado de innovación que tenemos en España, que se apoya en la auditoría de las actividades realizadas en el marco de proyectos mal traídos para distinguir esas letras --qué es i, que no es d y qué es I, que no es i.
Efectivamente podríamos seguir... Espero que en Tenerife :)