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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el comercio minorista y la directiva Bolkestein

Los pequeños comerciantes andan muy preocupados desde que se aprobó la directiva de liberación de la implantación de superficies comerciales, conocida como directiva de servicios o de Bolkestein, el comisario que la propuso.

Como bastantes de las ideas elucubradas por burócratas, el objetivo pretendido -la liberación del mercado de servicios- arriesga con provocar el efecto inverso: la expansión de los oligopolios, eliminando la competencia.

En el sector de la alimentación, hace ya tiempo que los comercios tipo "tienda de la esquina", han desaparecido para ser sustituídos por espacios regidos por inmigrantes chinos que, turnándose durante las 24 horas, ofrecen a precios muy altos prácticamente todo lo que se puede necesitar para suplir una carencia, desde una botella de vodka a un huevo de gallina o un plátano.

Los hábiles comerciantes chinos, siguiendo un modelo general que debe haber sido analizado por algo así como la China Shopping and Selling Managament, se han introducido también, con gran éxito, en el mercado de la ferretería, la quincallería, y hasta la vestimenta de usar y tirar.

No son productos de calidad, puede que no duren ni la primera vuelta de tuerca o se rompan antes de llegar a casa, pero esos comercios ofrecen todo lo imaginable, en sus estanterías atiborradas, prácticamente idénticas así se trate del barrio de La Peineta, la villa de Ronda o el pueblo más remoto de nuestra geográfía.

No vemos, sin embargo, en los industriosos comerciantes chinos la inspiración de la directiva Bolkestein, sino en los poseedores de los grandes hipermercados que, implantados en las afueras de las ciudades, estratégicamente situados a diez o quince minutos de automóvil de cada aglomeración con más de cien mil habitantes, tienen la sartén por el mango de la oportunidad.

Así, cambian sus precios con total facilidad, ofrecen máxima comodidad para llenar el carrito de la compra sin que te enteres de lo que te va a costar hasta que llegues a la caja, facilitando concentrar en un par de horas la necesidad de llenar el frigorífico con cosas del manduque, además de, por ejemplo, cambiar el reproductor de dvds y acaparar dos vídeos y una caja de durex, comer algo con sabor a mostaza y acopiar cervezas y colas para que duren todo el mes.

El conseller Huguet no es el único en decirlo, pero lo ha manifestado de forma especialmente contundente: "El comercio debe ser urbano y tener pluralidad de formatos. El pequeño comercio es un ascensor social y despliega una capacidad enorme de integración" (Foro Nueva economía, 29.04.2009).

1 comentario

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