Sobre la Madre, el Corte Inglés y la Religión
Es una buena idea tener un día para conmemorar a las madres. No hay ningún otro ser humano que personifique de manera tan excelente e indiscutida, la entrega sin espera de contraprestación, la voluntad de servicio sin reparos, la capacidad de defensa contra todo argumento, el amor sin fisuras, como la madre.
Ellas han sentido la vida del otro dentro de sí, lo mantienen como cosa suya para siempre. Y, lo que es aún más relevante, no esperan prolongarse en ese otro. Simplemente, lo quieren.
En España estuvimos celebrando el Día de la Madre coincidiendo con la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María: el ocho de diciembre. Era, pues, una fiesta vinculada a la religión católica, pero profundamente arraigada en la sociedad.
Cuando llegó la libertad de cultos -¿la tenemos?- se creyó más oportuno trasladar la celebración al primer domingo de mayo, que es, por supuesto, una fecha variable, con una justificación confusa -¿mes de las flores? ¿origen norteamericano?- y sin tradición por estas tierras.
Como consecuencia, muchos no saben cuándo va a ser el día de la madre hasta que el Corte Inglés se lo recuerda, con profusos anuncios en los que se ofrecen magníficas sugerencias para decirles a ellas lo importante que son en nuestras vidas y, sobre todo, en la Cuenta de Resultados de las cadenas comerciales, de las pastelerías y de las floristerías.
Regala a tu madre un poema de amor. Recítaselo con tu propia voz. Envuélvelo en un abrazo.
0 comentarios