Sobre la prolongación de la vida laboral para salvar la Seguridad Social
Parece que la Administración pública española empieza a darse cuenta que uno de los efectos de la crisis económica es que el Estado de bienestar se ha ido al cuerno. El excedente de la Seguridad Social ha desaparecido.
La situación ha cambiado bruscamente en unos meses, y convertido en ridículas las reflexiones por las que se pretendía modificar la Ley 28/2003, Reguladora del Fondo de este mecanismo de protección, para permitir inversión en Bolsa de una parte (se hablaba de un máximo un 10%) de esos dineros que no tenían sin destinatarios inmediatos, para "aprovecharse de la buena coyuntura bursátil".
Ahora se admite que no habrá dinero para pagar todas las prestaciones sociales.
Por eso, por una parte, algunos responsables autonómicos han anunciado que darán prioridad en el empleo de la obra pública que contraten a aquellos que hayan agotado las prestaciones por desempleo.
Por otra parte, se anuncia que se está estudiando la prolongación de la edad de jubilación, es decir, la edad en la que los cotizantes tienen derecho a pasar a ser destinatarios de la prestación por ese concepto.
Miren ustedes (utilizando el mismo latiguillo incongruentne con el que les gusta empezar, en general, sus interlocuciones), señores administradores de la cosa pública:
No nos tomen el pelo a quienes venimos, desde prácticamente la niñez, cotizando regularmente sin haber utilizado ninguno de los recursos de protección que tan alegremente han permitido, en otros casos, dilapidar, consintiendo trabajos en b de desempleados que cobraban prestaciones, o admitiendo bajas por enfermedades comunes inventadas a vagos indecentes que se aprovecharan de la débil inspección de los contubernios de asalariados irrespetuosos con médicos indolentes. I
No nos tomen el pelo a los que hemos cotizado incluso, durante largos períodos, de forma doble, como empleados, y pluriempleados y autónomos, acumulando más días de cotización que días reales tiene su vida laboral.
No nos tomen el pelo a los que trabajamos, porque si no no comeríamos, en empresas que no han sido favorecidas por ninguna de las gozosas reconversiones que han enviado a gozar de las prestaciones sociales a gentes en la flor de la vida, con cuarenta y pocos años, contabilizando como dobles los años trabajados en no sabemos bien qué sitios de terrible peligrosidad en moquetas bien aderezadas.
No nos tomen el pelo sin recordar a todas las reducciones de empleo que se han autorizado, en donde se mandaron a cobrar de dineros públicos a miles de empleados, que no habían alcanzado, ni de lejos, la edad de jubilación, y que pasaron a engrosar las filas de los desocupados forzosos.
No nos tomen el pelo sin haber hecho un análisis coordinado, y lo más completo posible, de lo que está pasando con la formación de nuestros jóvenes -en la Universidad como en las Escuelas Profesionales como en los Institutos, públicos y privados-. No vale que el nuevo incorporado a la Administración no se sienta deudor de lo que hicieron sus antecesores.
La política no es el arte de la improvisación. Es la responsabilidad de hacer las cosas bien, en beneficio de la mayoría, mejorando las expectativas del futuro. Caben otras definiciones, pero hoy nos gusta mucho ésta.
0 comentarios