Sobre atrasos judiciales y propuestas para su resolución
Los jueces españoles están en huelga, reclamando la modernización de la justicia y algunas otras cosas más. El gobierno y sus allegados y, en especial, el fiscal Bermejo, actual ministro de Justicia, han subrayado que la huelga es ilegal, inoportuna y falsaria.
De su ilegalidad formal ha dado cumplida manifestación el Consejo General del Poder Judicial y una parte mayoritaria de estudiosos laureados y aficionados a los temas jurídicos. Respecto a su falta de oportunidad, se ha alegado que, aunque estamos aún lejos del número de jueces per cápita de Francia -belle surprise, la France toujours nous a montré sa culotte-, superamos los 4.000 togados, de los que un 30% fue aupado a su magister en los últimos cuatro años, por lo que deberíamos aceptar que estamos en el buen camino.
Y como prueba de su carácter falsario, argumentan los que están en contra de la huelga, que lo que en verdad subyace en la propuesta es el enfado por el juicio mediático y social al juez más popular en este momento de España, después de Garzón, -Tirado-, que no anduvo diligente en separar lo urgente de lo importante y dejó escapar de la cárcel por un traspapeleo, al proto-homicida de la niña Mari Luz. Juicio sociológico que ha servido también para sacar a relucir los trapos sucios del tercer poder/facultad del Estado.
No queremos entrar a definirnos si la culpa de los atrasos en obtener decisiones de los jueces la tenemos los justiciables por el incremento de nuestra beligerancia, o si la razón del caos evidente proviene del tiempo superfluo que se toman algunas de sus señorías en mirarse los papeles antes de fijar sentencia.
Ni mucho menos, item más, osamos argumentar que el retraso pudiera surgir, acaso, tal vez, sino, sin embargo, con todas las prevenciones y salvedades lo insinuamos, con el respeto debido, etc, de la presunta falta de competencia de los que llevan las puñetas para huir de los berenjenales incongruentes en los que gustan de meterse cientos de ellos, desastres decisorios de los que, si hay suerte, pueden salir -maltrechos y azorados, eso sí- los afectados, después de un recurso de apelación, que habrá de ser resuelto, con el pasar de un par de añitos, por otros jueces algo más encallecidos.
Magistrados que, en estos tiempos en que todo se acaba sabiendo, cuentan en sus filas con amigos de la naturaleza que prefieren los fines de semana cazar piezas grandes al acecho, en adecuada compañía, que hacer cola durante horas para ver tal vez una exposición de obras de presuntos lisiados mentales y darse de codazos con tipos sin demasiados encantos.
Ofrecemos una solución modesta para cortar de raiz, al menos, uno de los problemas de la Justicia española: el inmenso retraso con el que se resuelven los procesos judiciales. Cuatro años, dicen, tienen que pasar los papeles en el Tribunal Supremo para que se revise en casación o por infracción procesal un asunto; más de cuatro meses puede tomar la fijación de un juicio verbal, que la Ley define como rápido; ocho meses habría que esperar para que S. Sª llegase al montón de nuestro legajo para hacer el señalamiento que corresponda.
Nuestra propuesta consiste en movilizar a un par de centenares de abogados, con años de profesión demostrable, reforzados en casos puntuales con profesionales experimentados de otras ciencias, que formen grupos de trabajo que, bajo la tutela de cada juez de instancia ahogado de papeles, se encarguen de proponer sucesivamente, contratados por un plazo corto (un año), las sentencias que procedan a los casos.
Las diferentes comisiones harán su propuesta de fallo en forma totalmente elaborada, redactada ya lista para la firma, con sus fundamentos jurídicos al pelo, y ni siquiera hace falta que el juez redacte su visión de los supuestos fácticos, ya que ahora todo se registra en dvd, que queda muy bonito, y puede visionarse sin problemas cuantas veces sea preciso, para estar seguro de si fue penalti o mereció libre indirecto. Pero si por el cumplimiento estricto del principio de la mediación -tantas veces incumplido porque el juez se aburre o tiene sueño-, se ponen reparos a la propuesta, que redacte S. Sª de su puño y letra los puntos del hecho que crea pertinentes.
Estamos convencidos de que esta manera es la más barata, y, seguro, la más rápida, de sacudirse de encima los atrasos y empezar, cuanto antes, desde cero. Convocar más oposiciones para que otras hornadas de jueces sin experiencia vital y con los ojos y el cerebro algo quemados por haberse chapado un par de miles de páginas unas semanas antes de los exámenes que les darán acceso a la judicatura, no va a resolver mucho.
No se puede olvidar la vigencia de esa colección de leyes inexorables por las que "todo el espacio disponible acabará llenándose", "todos los guardabosques acabarán apagando incendios, incluso los que ellos generen, caso de que su carga de trabajo languidezca" y "el aumento del número de policías y jueces provocorá simultáneamente, el de delitos". Aunque desde Francia puedan plantear dudas, tant pis pour eux.
1 comentario
Guillermo Díaz -
Para mi el problema mas grave es la carencia de medios materiales y tecnologías modernas. Los jueces pueden estar agobiados, pero no tanto como parece. Muchos, con la excusa de que no tienen medios, se van a su juzgado a las 9, a las 11 se toman su cafetito, y a las dos se van a su casa. Y no veo que lleven carteras o portafolios para trabajar por la tarde en su casa.
De otra parte, nadie habla de los Secretarios Judiciales que también se comen buenos marrones y que también tendrían muchas razones para protestar.
Para que la justicia funcione, desde mi punto de vista se precisaría:
1. Modernización de los medios materiales puestos a disposición (nuevas tecnologías, locales, equipamientos).
2. Centralización. El traspaso de competencias a las Comunidades Autónomas, es un error.
3. Nueva oficina judicial (reforma del procedimiento).
4. Nuevo sistema de selección de Jueces, Magistrados, Secretarios, Gestión Procesal, etc. (se necesita especialización). Promoción interna. Sistema anglosajón.