Sobre banqueros, bancarios y reguladores económicos
El asunto va nuevamente, de dineros. La realidad de la distribución de la masa monetaria ha puesto en evidencia graves desequilibrios y agujeros, que se escaparon al control de los reguladores. Hay que meter más madera para que la locomotora no se nos pare y los fogoneros andan muy, pero que muy asustados. Los viajeros (todos), también, para qué vamos a silenciar cómo nos sentimos.
La historia la cuentan ahora hasta los niños. Resulta que, por una parte, se había generado confianza en que la estabilidad de la situación económica se mantendría, por lo que los bancarios y los evaluadores de proyectos se habían acostumbrado a construir para sus cálculos de rentabilidad escenarios muy repetitivos: todo era tan fácil, que el futuro podía meterse sin dificultades en las simulaciones, y rentabilizarse en un panorama siempre de bonanza.
De vez en cuando, algún pobre empleado bancario se equivocaba en las previsiones, se caían algunos palos del sombrajo, y lo echaban a la calle entre palabras de escarnio. Jerôme Kerviel fue uno de ellos. El dijo que informaba fielmente a sus superiores, pero sus superiores lo desminetieron. Se tapó prestamente el agujero con pasta de los accionistas del Banco y se mantuvo el aspecto de solvencia del sistema.
Por otra parte, algunos golfos apandeadores estaban sacando dinero a espuertas de los bolsillos a algunos confiados, para llevárselo tranquilamente a paraísos fiscales y a cuentas opacas. Los confiados eran ricos muy ricos y otros bancarios que gestionaban las carteras de pensionistas, viudas y gentes que lo que más deseaban en el mundo era no tener que sufrir por culpa del dinero.
Mientras tanto, los gobiernos serios se concentraban en hacer planificaciones presupuestarias cuidadosas, que permitieran a los banqueros y otros empresarios serios buscar rentabilidades razonables, ellos se inventaban pirámides y timos de la estampita para arrebatarles a los ciudadanos sus ahorros. Los gobiernos menos serios ofrecían opacidad y exenciones fiscales y bolígrafos de oro y plata.
La credibilidad de estos apandeadores era tan grande que hasta conseguían concencer a los bancarios más listos. Madoff fue uno ellos (de los primeros). Botín uno de los banqueros más distinguidos. Alicia Koplowitz una de las confiadas más renombradas.
El presidente Rodríguez Zapatero anda desesperado, entre la alianza de las civilizaciones y el descalabro del país, que en Davos se lo han ridiculizado como un hedge fund country, que es algo así como un tampax usado.
Ha vuelto a reunirse con los banqueros españoles para pedirles que disminuyan las trabas para prestar el dinero. Porque sucede que, a la vista de la combinación de crisis y descalabros falsarios, han tenido que proveer pérdidas en sus activos y disminuir dramáticamente (dramaticaly) sus rentabilidades. Y se han cerrado de piernas. ZP iIncluso se lo pidió por favor, que es como se piden las cosas cuando no se tiene poder sobre el destinatario. Porque si no hay dinero en circulación y no se presta dinero para poner en pie los proyectos, la máquina se para. No produce, vamos.
Pero los banqueros son empresarios y le han contestado, con buenas palabras, que están en el mundo para ganar dinero, para conseguir el mayor beneficio posible con su negocio, que eso es lo que les ha enseñado la tradición y la Universidad. Que ahora sí que están controlando bien a sus bancarios, para decirles que a los Bancos no les corresponde poner en pie proyectos, ni prestar el dinero alegremente, sino analizar las propuestas con seriedad y con rigor, como les enseñaron en Hardvard, en el ITM y en el IESE.
No le queda al presidente más remedio que cambiar el chip. Que pase de los banqueros. Tiene que convencer a los bancarios y a los trabajadores de que el futuro ha vuelto a ser positivo. Que tienen que volver a gastar como si les hubiera tocado la lotería y, sobre todo, tienen que acostumbrarse a trabajar más ganando menos que antes.
Tendrá que contratar a Jerôme y Madoff. Los asesores económicos que tenía no lo han funcionado. El primero ya está dando conferencias sobre cómo funcíonó, convertido de villano en héroe. Aunque sigue sin estar claro quién o quienes guiaron sus designios.El segundo, parece que ha confiado su asunto en manos de un buen bufete de abogados y confía en que le exonerán de toda culpa; al fin y al cabo, de ilusiones también se vive; y bastante bien, ¿no?
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