Sobre la sostenibilidad del carbón y su relación con la captación de CO2
En la película de buenos y malos de las fuentes energéticas, el carbón -hullas y lignitos- representa, para el ciudadano medio español, el papel de malo genuino. En el subconsciente colectivo se mezclan las visiones de las huelgas y tensiones provocadas por los mineros del carbón, allá en tiempos en los que el SOMA tenía fuerza movilizadora, con la idea de que quemar carbón es contaminante y poco rentable.
Así que el carbón está condenado de antemano. Error gravísimo en el panorama energético, pues no solamente constituye, por la cantidad de sus reservas, su coste muy estable, y la seguridad de suministro, un elemento imprescindible del miz energético, sino que las tecnologías para quemar carbón y para captar los gases de su combustión han avanzado de forma impresionante.
Y quedan muchos retos aún. En el Seminario sobre la Necesidad de una estrategia energética sostenible, convocado por la Asociación de ex-Diputados y ex-Senadores de las Cortes Generales los días 13 y 14 de noviembre (en colaboración con el Consejo Superior de Ingenieros de Minas), el carbón tuvo su sitio en el debate, de la mano del ponente Juan Carlos Ballesteros, subdirector de investigación de Endesa Generación. Habló, entre otras cosas, de la captación yl almacenamiento del CO2 que ligó, acertadamente, con la sostenibilidad del carbón.
Porque es evidente que si los productos de la combustión se tratan y reciclan o el CO2 producido se almacena de forma permanente de manera que no pueda contaminar la atmósfera, el resultado de la generación de energía a partir del carbón puede ser sostenible.
España está dedicando esfuerzos importantes a la detección de zonas de almacenamiento estables geológicamente, que deben cumplir condiciones muy estrictas, ya que la garantía de estabilidad ha de ser permanente, pues el gas con efecto invernadero no ha de volver a la atmósfera "jamás".
A nosotros nos parece que el carbón debe tener su oportunidad igualmente en otra dirección: el estudio sistemático de las posibilidades de neutralización química del CO2 y los gases de efecto equivalente producidos por su combustión. Todo menos dejar al carbón condenado a ser el feo de la película, solamente porque, inconscientes, queremos renunciar a su pasado, que es el nuestro, para no culpar a los guaperas del relato, los medios de transporte y, en especial, los vehículos privados, cuya capacidad destructiva manejamos inconscientemente con nuestras propias manos.
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