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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre las guerras frías

El presidente ruso Mevédev reconoció la independencia de las regiones georgianas de Osetia del Sur y Abjazia, que habían sido el detonante de la guerra entre Rusia y Georgia. El dignatario explicó incluso en el Financial Times sus razones políticas en un artículo titulado “Por qué tuve que reconocer la separación de las regiones de Georgia”.

La argumentación de Mevédev coloca en el mismo barco la independencia de estas regiones y la de Kosovo respecto a Serbia. “Ignorando las adverrtencias de Rusia, los países occidentales se precipitaron a reconocer la ilegal declaración de independencia” (de Kosovo), provocando agravio comparativo para esas regiones georgianas.

La independencia deja con el culo al aire a Nicolas Sarkozy, que había vendido como un éxito la retirada de las tropas rusas de Georgia. Esas regiones se apresurarán a firmar acuerdos de cooperación con Rusia, equilibrando la alianza de Georgia con la OTAN. Desde este organismo se defiende las relaciones de amistad con Rusia, pero una cosa es predicar y otra dar trigo. No se desea volver a los tiempos de la guerra fría, se dice, aunque el asunto huele a fuerte tensión, ya que Rusia considera que todos esos países del Este son su feudo, su esfera de control, y no toleran las injerencias europeas.

Ucrania ha de ser el próximo objetivo del reconocimiento unilateral de independencias, ya que la península de Crimea ofrece condiciones parecidas a las de las dos regiones a las que ahora Rusia ve como independientes. Una presencia de rusos significativa –el alibi cultural- y, sobre todo, gas natural –el objetivo económico-.

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