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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la asgalla

La asgalla no existe. Asgalla es un adverbio, una bella palabra que utilizan los asturianos (y los leoneses que han sufrido algún contagio lingüistico) para designar lo que es abundante.

Se usa mucho, y forma parte, como los tajalápices, chiscar y préstame, de las incrustaciones en el lenguaje español o castellano con que matizan su habla los asturianos. Cuando son anfitriones, procuran que haya bebida y comida asgalla. Los ríos de cada pueblo antes tenían truchas asgalla. En los manzanos de la finca familiar de Porcia hace unos años se recogía fruta asgalla.

Hace tiempo que hay pocas cosas que se tengan o produzcan asgalla. Más bien, de lo que antes había abondo ahora apenas si se recogen hoy cuatro casigalinas. Sirven al menos pa la prueba. Pero ni las avlanas son todas de Allande, ni las fabes vienen de Cornellana ni las truchas o los salmones salen del Canero o del Sella. Dicen que ni el campanu nació en aguas asturianas.

Debe ser por el cambio climático, que nos calienta las molleras y tiene a muchos refalfiaos. Algunos se refugian en creer que como se está para acabar el mundo, hay que darse prisa y andar a la trágala, hacer las cosas a trancas y barrancas. Se olvidan de lo que no da natura, tararura; o de que una cosa es predicar y otra dar trigo. También dicen los viejos: Al platu vendrás, arbeyo.

Habría que andar con más tiento y disfrutar las cosas más amodo o amodiño, pensando en los que vengan detrás. Que eso de que el que venga detrás, que arree, a la postre acaba perjudicando a todos.

Pero no es fácil convencer a tantos fieles de la cultura del gañote: lo que no afuega, engorda. De esos, sí que hay asgalla.

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