Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el placer de ganar

El espíritu olímpico, un invisible invitado a esos llamados Juegos que cada cuatro años se celebran en un lugar del mundo, impide que los deportistas y quienes les entrevistan hablen de política. Lo que no impide, desde luego, que se haga mucha política con los resultados de los participantes.

China ha preparado muy seriamente la oportunidad de la cita olímpica de Pekín para demostrar al mundo que es una potencia mundial. Si se gana a casi todo en deportes, se puede comprender fácilmente que se está en condiciones de ser el mejor en técnica, en economía, en armamento, en energía, en agroalimentaria, en educación.

La presencia selectiva de dirigentes de cada país en aquellos deportes donde sus nacionales tienen oportunidad de medalla, da también la medida de lo que se espera de los Juegos. Publicidad para los propios regímenes, los intereses directos. No es que los magnates traigan suerte, sino que pretenden recoger parte del mérito, apuntándose a la foto del éxito.

Algunos deportistas parecen disponer de genes diferentes, como si jugaran en otra galaxia. Bolt, Phelps son ejemplos de esas cualidades atípicas, producto de una configuración física excepcional, que se ha terminado de perfilar con el trabajo de entrenamiento en los gimnasios. El caso del equipo de baloncesto de USA podría ser, también, un ejemplo de poder colectivo insuperable, como las hermanas Williams en su papel de pareja invencible.

La mayoría de los participantes en los deportes, sin embargo, juegan. Son profesionales que han trabajado duro, para superar sus marcas personales, arañando décima a décima, segundo a segundo, unas cifras que solamente significan algo porque las hemos convertido en barreras, topes, límites, una vez que supimos medirlas. La distancia con los demás competidores no parece firme, se esfuerzan contra la coyuntura, la suerte, desde su indudable posición de deportistas de élite.

Hay dos deportistas españoles que queremos destacar especialmente. Rafael Nadal, vencedor con sufrimiento, competidor humilde y simpático, que trasluce la dificultad de ganar y la satisfacción de conseguirlo. Y Marta Domínguez, sonriente a pesar de haber caído cuando avanzaba hacia la medalla, que supo resumir en pocas palabras lo que es el deporte bien entendido: "No pasa nada, esto es así". Hay que seguir entrenando, seguir jugando. Los demás también tienen los mismos objetivos, también son buenos. El propósito común no ha de ser otro que tratar de superar el límite anterior; ser el mejor es algo efímero; satisfactorio, gozoso, pero pasajero.

Es un placer ganar. Sin embargo, hay otro placer equiparable: saber perder, reconociendo que el contrario vencedor lo ha merecido más... por esta vez, y que los que han quedado por debajo de su marca han contribuído, con su esfuerzo, a hacerlo a él/ella mejor. Sin ese estímulo de los que pueden vencernos no habría competición, no habría juegos, sino una exhibición de virtuosos.

0 comentarios