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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre los empleos de Pompeya y César

Si a Plutarco le hubieran pedido actualizar Vidas Paralelas, acomodándolo a estos tiempos, tendría que  modificar el capítulo dedicado a César, por lo menos cuando el prócer repudia a Pompeya, porque, además de ser honrada, debería parecerlo. Resultaría incomprensible. Porque, desde luego, parecer honrado es muy importante, pero serlo, se va convirtiendo en un adorno innecesario.

Para no complicar el mensaje, no hablaremos, sin embargo, de honradez, sino de la facilidad con la que encuentran empleo público por parejas una buena parte de los personajes que nos dirigen los destinos.

Ya hemos comentado en otra ocasión sobre la facilidad con la que encuentran acomodo en la empresa privada quienes ocuparon importantes cargos en la vida pública. Seguro que aprendieron a mejorar sus dotes de gobierno mientras eran pagados con el dinero de todos, y lo que aprendieron les sirve después para incrementar el patrimnio.

No es cosa de este país, porque el asunto se ve por todos los tejados. Todo el mundo sabe que, en Estados Unidos, los presidentes y aspirantes a serlo del país que presume de ser el más demócrata del mundo se agrupan por sagas familiares: los Bush, los Clinton, los Kennedy,...; Otros, más modestos, los imitan: en Argentina, los esposos se suceden sin problemas en el cargo: Perón, Kirchner... En nuestro modelo de gestión administrativa, Francia, las parejas se hacen y deshacen al abrigo de la cosa pública, para regocijo de los tabloides del corazón: de Mitterrand a Sarkozy, pasando por Royal, no hay quien se arriesgue a tirar la primera piedra...

En España, de vez en cuando se vende como escándalo de nepotismo algún chisme, mezclando casos mayores y menores (casos Juan Guerra, Ollero, Matutes, Pajín,...), pero la mayor parte del bosque parece siempre que está por descubrir. Existe mucho respeto por airear las relaciones entre los que ocupan cargos públicos. Haría falta una relación completa de parejas de hecho o de derecho que viven del Estado, simplemente por cultura popular.

Sabemos poco. Sin tiempo, además, para una exhaustiva enumeración, citamos como ejemplo poco conocido a la ministra Carme Chacón y a su esposo, Miguel Barroso, director de la Casa de América, ambos con la oportunidad de dar ejemplo, aprovechada, de disfrute de permiso remunerado por su reciente paternidad. El ex-presidente de Gobierno Jozé María Aznar ha dejado ocupada en el equipo de gobierno de la ciudad de Madrid a su esposa, Ana Botella, probablemente para no perder contacto con la cosa pública mientras se dedica a asesorar multinacionales y dar conferencias. Otro ejemplo podría ser el de Borrel y Almeida.

No son pareja, pero sí hermanos, Apel-les y Josep Lluis Carod-Rovira, delegado de la Generalitat en Francia y ex-vicepresidente del mismo ente, respectivamente. Los Zaplana y los Barceló tienen amplio control en Valencia de la situación de lo que se mueve por allá, con un entramado familiar que solo podría ser, por lo que dicen,  igualado por la familia Fabra en Castellón o los Pujol-Ferrusola en Catalunya.

En las regiones más pequeñas, el tema no va de familias naturales, sino políticas, y si de vez en cuando se airea algún asunto el potaje tiene más bien aspecto de zapatillas de andar por casa, aunque con tales voces, que hasta llegan a Bruselas, incluso para pedir que le quiten la subvención a un proyecto, por aquello de que me apunto a que me quiten un ojo si al otro le dejan ciego.

En Asturias, Gabino de Lorenzo, alcalde de Oviedo, afeaba en el último Pleno municipal a Paloma Sainz que junto a su esposo, Victor G. Marroquí, director del IDEPA, acapara en sueldos 18.000 euros/mes de los dineros públicos. Mucho parece, poco no es. El asunto podría verse en los juzgados, por difamación, y, además, la aspirante a alcaldesa le lanzó al regidor un dardo respecto al origen de la yeguada que comparte con su familia. El concejal de Asociación de Ciudadanos por la Izquierda, Roberto Sánchez, se apuntó al carro para hacer más bulla , y dijo que iba a denunciar el caso a la Fiscalía Anticorrupción. 

En fin, que la política acabará consolidándose como el doble arte de airear los trapos sucios de la familia vecina, mientras se tejen en casa los mantos de organdí que entran por la puerta de servicio. 

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