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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre lo que guarda el baúl de los recuerdos

En ese peculiar ordenador personal que es nuestro cerebro, el tiempo hace que se vayan perdiendo algunas conexiones entre el disco duro y el sistema operativo.

Pero, de pronto, y sin que podamos explicar porqué, se recupera un enlace con un espacio de nuestra memoria del que ya no guardábamos noticia. Revivimos entonces recuerdos de nuestra niñez, nos sorprendemos revisando momentos que parecerían provenir de una infancia o adolescencia de otros.

Valga un ejemplo. No hace mucho tiempo, en España se cerraban las calles durante algunos minutos para explotar los barrenos con los que se rompía el terreno. Dos operarios, uno a cada lado del tajo, provistos de un banderín rojo algo descolorido, impedían el paso a transeúntes, que aguardaban a que sonara el cornetín que anunciaba que la carga explosiva había estallado. Así, las operaciones se sucedían durante varias semanas, quizá meses, a su lento ritmo.

Cuánto se avanzó en apenas cincuenta años en la construcción, eliminando dificultades y facilitando la comisión de muchas tropelías, incluído el cobro de comisiones por los que autorizan algunas de esas obras. 

Hoy, en cuestión de un par de días se puede erigir un edificio que resistirá firme el paso del tiempo, bien armado con herrajes y hormigón, con sus ventanas de plástico reforzado provistas de vidrio traslúcido resistente a los golpes.

En un abrir y cerrar de ojos se levantará un viaducto, se demolerá una rocalla, se tendrá puesta una colonia de viviendas, lista para ser ocupada por jóvenes mileuristas que se endeudarán por el resto de sus vidas para pagarla, mientras unos pocos -tal vez- se habrán enfundado los beneficios, lícitos o ilícitos -a saber en unos pocos meses.

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