Sobre aborto, eutanasia y prioridades
La tensión en torno a la vida y la muerte, que es característica de la esencia del ser humano, se ha venido manifestando a lo largo de la historia de la Humanidad de muy distintas maneras. Nuestros antepasados han matado a sus ancianos, han seleccionado a los nacidos varones, han marginado razas, exterminado pueblos, no necesariamente al amparo de una justificación, que hubiera sido, por supuesto, en cualquier caso, interesada.
¿Es esto un cuento del pasado?. Obvio que no. Hoy se sigue matando a semejantes, dejando abandonados en la indigencia, la inanición o el desprecio a miles, a millones de seres humanos. Mueren muchos. Millones. Niños a los que les falta el agua, ancianos sin atención, mujeres de parto, adultos víctimas de enfermedades que tienen cura en otros países.
En este momento se ha abierto un debate cruzado que afecta a dos momentos de la exisencia, y al poder de decisión de un ser humano sobre la vida de otro. Aborto y eutanasia; cuándo, por qué, por quién, con qué justificación legal.
Hay muchas diferencias y matices, y, entre todas, además de que nos encontramos en la decisión de definir si podemos negar el comienzo o el fin de otro ser por razones externas, sobresale esta idea.
Aunque podemos decidir legalmente -y convencernos de lo acertado de la decisión. cuándo alguien comienza a ser persona, y, para más tranquilidad, vincularlo con la capacidad de ese ser para vivir por sí mismo, fuera del útero materno -cuidado con la ciencia-, es mucho más delicada la decisión acerca del momento en que podamos decidir que alguien, manteniendo su carácter de persona, -porque no se la vamos a quitar, ¿verdad?-ha perdido la capacidad de vivir por sí mismo. No es lo mismo avanzar del no ser al ser que del ser al no ser, aunque sea jurídicamente y estemos en una ficción legal.
No digamos ya de la complejidad que presenta el caso de aquel que solicita la ayuda para morir, porque entiende que la sociedad ya no le ofrece atractivos.
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