Sobre el derecho de huelga y el de no estar de acuerdo con ella
Este país desde el que escribimos, España, ya no va tan bien como parecía a algunos. Cosas de la vida. Lo que ya no tiene tanta gracia es que han aparecido problemas nuevos que complican sobremanera una situación que se había puesto difícil.
La huelga de camioneros ha puesto una dura interrogante sobre dos temas complementarios: la capacidad de un sector para gestionar su crisis y la del Gobierno para obtener una visión oportuna de los potenciales elementos conflictivos de la socioeconomía que permita atajar el problema antes de que alcance graves dimensiones.
Ambas pruebas de fuego han fallado. Los camioneros, fundamentalmente, como es bien sabido, autopatronos, es decir, empresarios autónomos, han hecho de sus problemas una reivindicación desproporcionada por sus efectos, que está causando perjuicios a toda la ciudadanía, porque todos somos consumidores y, además, algunos de los consumidores, son también productores.
La paralización del transporte está causando que las mercancías no se recojan y, junto a los grandes fabricantes -que, habrá que suponer, tienen mayor capacidad de recuperación-, están sufriendo los efectos de la huelga del transporte los agricultores y ganaderos, entre los que se cuentan pequeños empresarios y familias que viven en condiciones económicas estructuralmente delicadas.
El ejercicio del derecho de huelga tiene límites. Y, además, en el caso de la huelga de autónomos, presenta peculiaridades para su ejercicio que en absoluto se cumplen con la huelga de transportistas. Pero es que todo sindicato o patronal que lanza del guante de la huelga, ha de tener muy claro lo que desea conseguir -su nivel de mínimos- y...por supuesto...las consecuencias para terceros de su huelga.
Porque el sufrimiento de esos terceros es un elemento sustancial de la huelga. Sin él, no hay efectos. Se utiliza, pues, a los ciudadanos no huelguistas, a los consumidores o al público en general, como fuente de presión contra la administración pública o la gran empresa.
Por eso, los ciudadanos convertidos en instrumentos por los huelguistas de transporte, tenemos también todo nuestro derecho, aún no regulado por lo que vemos, a decir, muy alto, que no estamos de acuerdo. Que loso camioneros han perdido la credibilidad y la cabeza.
1 comentario
Guillermo Díaz -
Yo creo que este gremio se ha quedado sin credibilidad.