Sobre la credibilidad ambiental de Brasil
Marina Silva, la carismática ministra de Medio Ambiente del gobierno de "Lula" da Silva, dimitió el pasado 13 de mayo. Le sucederá Carlos Minc, un liberal reconvertido desde el ecologismo, partidario de los árboles de crecimiento rápido y de avanzar a impulsos legislativos. Cales y arenas. El diario The Economist dice que Brasil ha perdido con ello "credibilidad ambiental".
Entre los mensajes transversales que pueden leerse en estos días, figura el del príncipe Carlos de Inglaterra que, en declaraciones a la BBC, ha pedido "más ayuda internacional para detener la deforestación de la Amazonia, como mejor medida contra el cambio climático"; la afirmación principesca es obvia, pero no por ello menos merecedora de aprecio.
En el fondo de la crisis política generada en ese gran país-continente -en el que, por cierto, estaba de viaje el presidente Zapatero- se encuentran tres temas interrelacionados: las discrepancias entre Presidente y Ministra respecto al carácter ecológico de los biocombustibles, la confrontación entre Silva por las licencias ambientales de las compañías eléctricas en el río Madeira, y el pulso con el Ministro de Agricultura, que es favorable a autorizar más plantaciones de productos agrícolas en el Amazonas.
En las algo enigmáticas declaraciones de Marina Silva después de su dimisión, afirmaba que: " Eu sempre brinco que é melhor um filho vivo no colo de outro do que tê-lo jazendo no ser próprio colo". Aunque la bruma no permite ver bien la naturaleza del hijo muerto en el regazo de la combativa ambientalista, inquieta imaginar que sea el Plan Amazonia Sustentável (PAS).
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