Sobre los saltos laterales
El lenguaje alemán llama "salto lateral" -Seitensprung- al engaño sexual a la pareja con la que se convive. Aquí las variaciones de este ejercicio de riesgo, van desde echar una cana al aire, pasando por echar a perder el matrimonio, hasta llegar, en los casos más graves, a echar a perder el patrimonio.
En castellano, la expresión salto lateral podría interpretarse, en sentido figurado, como un desvío de atención respecto al objeto principal, un rodeo. Los expertos en semántica suelen referirse, más pomposamente, a estos circunloquios, como "arabescos laterales".
Estos saltos laterales hispanos, están admitidos por la iglesia cátólica y respaldados por el buen orden internacional, y no son peligrosos de ejecución. Los deportistas, sin embargo, practican un salto lateral que está reconocido como una de las figuras del atletismo de competición, y que, si se hace mal, puede conducir a descalabros.
Pero, para los observadores, la vida cotidiana está plagada de estos ejemplos de la imaginación calenturienta. En especial, la política y la empresa. La razón podría ser que, como quienes están encumbrados a la obligación de decidir sobre los destinos de los demás, se supone que tienen que saber de todo, llenan su existencia de saltos laterales.
En lugar de decir simplemente: "Pues no lo sé" o, quizá, "Pregúntenle a fulanito, que es quien lleva el tema", los interpelados en público se lanzan hacia complejos desvíos de la verdad de su ignorancia, tomando decisiones que nos afectan, y que provocan daños y pérdidas económicas. Prefiriríamos que nuestros dirigentes se acostumbraran, sin temor, a decir "lo ignoro", y nos ahorrarían mucha confusión, y muchos esfuerzos para enmendar sus meteduras de pata en berenjenales de cuidado.
En estos días, hay varios ejemplos de estos saltos laterales que acabaron en quebraderos de cabeza.
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