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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el sabor que tienen las angulas

Las angulas son unos pezqueñines que la tradición oral viene diciendo que nacen en Los Sargazos, allende los mares, como producto de una bacanal inenarrable de sus padres, llamados anguilas por capricho etimológico.

Al cabo de uno o dos años, esos pececillos, guiados por su GPS interno, pretenden volver a los ríos en donde sus progenitores han vivido en relativa paz (a salvo de la creciente contaminación)hasta que les dió la venada de coger el petate y lanzarse al apareamiento masivo, cuando lo que recomendaría un consejero matrimonial sería que se contentaran con un congénere próximo y no corrieran tamañas aventuras migratorias. Allí, en los estuarios, les esperan las redes de un pariente lejano, los hombres, que las recogen sin piedad con una pretensión calificada de signo de inteligencia. No las capturan para comérselas, no; sino para degustarlas.

Las angulas se ponen de moda en estas fechas de final de año, porque adquieren precios desorbitados. Se convierten así en un mito, como el campanu del Narcea, el poder afrodisíaco de la mandrágora y el cuerno del rinoceronte africano o la sexualidad cambiada de algunos ministr@s y opositores.

A 1.300 euros el kilo se están cotizando estos días en los mercados españoles. Para que quienes las adquieren a este precio tengan una referencia aproximada, este es más o menos un 60-70% más que el salario medio de los conciudadanos que, por supuesto, no pueden permitirse este desembolso.

Conscientes de que las jóvenes generaciones nunca podrán degustar este producto seudoalimenticio, a no ser que quieran suicidarse por inanición, hemos recolectado algunas impresiones acerca del sabor de los angulas por parte de personas del equipo que han tenido ocasión de probarlas, inclusoen cantidad, cuando su precio era asequible (allá por los años 70, en que nos cuentan el kilo de angulas se podía gestionar sin problemas entre 300 y 500 ptas, e incluso había quien regalaba un par de kilos como atención a los amigos).

Hay que deshacer el equívoco. Las angulas no saben a nada por sí mismas. Esta cualidad ha sido aprovechada por los fabricantes de ese producto alternativo para pobres llamado "gulas" (o similar), realizado con harinas de pescado (como los palos de cangrejo, los sucedáneos de carne de langosta y la merluza preparada).

El sabor de las angulas proviene de la cazuela de barro en donde se debe preparar el producto semielaborado (las angulas vivas deben matarse con tabaco peleón durante la noche, y ser precocidas), y del ajo y la guindilla abundantes con los que se condimentan. Si, por descuido o masoquismo no se aparta la guindilla y se ingiere con el pescadito, las sensaciones gustativas varían, siendo aconsejable tragarse un vaso de agua o un vino peleón de inmediato, que se deberían tener siempre a mano.

Las angulas se han de comer con cuchara de madera, para que el chirriar de los dientes al contacto con el palo provoque un escalofrío, que se asociará con el placer de no tener que pagar la cuenta, si es el caso.

También guarda relación directa con el sabor de las anguilas el talante de las personas que las engullen, y su circunstancia. Se deben comer en comidas llamadas de negocio, entre personas que hace un momento ni se conocían, algunos de ellos preferiblemente extranjeros, y con el objetivo de hacer negocios que no resistirían el análisis del juez instructor más inexperto.

Si, como es probable, los angulófagos han ido antes de la ingesta de los pezqueñines al servicio (o más elegantemente expresado, al baño) para hacer necesidades menores y no se han lavado después las manos, las posibilidades de incorporar las propias sazones al plato, aumentan mucho, pero no mejoran la calidad insípida del mismo.

En resumen, que no se pierden mucho los que, como es normal, no llegan más que a leer en el periódico que las angulas han subido. Sardinas, boquerones, (y en menor medida, atunes y peces espada)  siguen siendo, para el paladar educado, insustituíbles. A la plancha y sin destripar, mejor.

 

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