Sobre las presas reversibles, las desaladoras por presión natural y otros inventos
En el número de marzo de 2008 de la revista Tecnoambiente, el imaginativo escritor de ficción Alberto Vázquez Figueroa -también, ingeniero aficionado- retoma una de sus propuestas más queridas: aprovechar el bajo coste relativo de producción de la energía en las horas valle para elevar el agua desde las zonas bajas a una altura considerable (más de 600 m), empleando la energía potencial así almacenada en la misma para reutilizarla en los momentos de máximo consumo energético. Tiene otras variantes, aplicadas, por ejemplo, a la desalación.
Una idea simple, factible, y ampliamente utilizada -a pequeña escala- casi desde que el mundo es mundo: acumuladores de todo tipo hay en muy variados ejemplos de nuestra vida cotidiana, y la hormiga de la fábula también utiliza el mismo principio que, contrariamente a lo que argumentan quienes no leen las cosas más que en trasversal (o sea, mal) no vulnera ningún principio de la termodinámica y sí aplica el del sentido común.
Casi simultáneamente, la prensa ha dado difusión a una iniciativa de principios de los setenta: las presas reversibles. Con ellas, se pretendía aprovechar los excedentes de la energía nuclear de producción nocturna. Los ministerios de Medio Ambiente e Industria han retomado la cuestión, con la idea de ayudar a la reducción del precio de producción de agua desalada, que, cuando se hayan construído todas las desaladoras previstas por el programa AGUA habrán aumentado la capacidad de desalación española a más de 1.000 Hm3/año y supondrán un consumo energético superior a los 2.800 Gw/h (casi el 10% de la producción hidroeléctrica de 2007).
A nosotros, ambas iniciativas nos suenan a trabajos de fin de curso de las escuelas de ingeniería. Su viabilidad técnica es incuestionable, y la económica, depende exclusivamente de la coyuntura. Desde luego, las voces de alarma respecto a la saturación de la red para absorber la variable producción de los aerogeneradores y huertas solares, y que aún no han sido convenientemente atendidas, ponen el punto de atención en los límites de la generación "ambientalmente correcta", si no se cuenta con capacidad de almacenamiento de las puntas de energía no consumida.
Vázquez Figueroa, cuya capacidad noveladora es indiscutida, pone el grito en el cielo respecto a la poca atención que los ministros del Ambiente e Industria han prestado a "su invento". Los voluntariosos consejeros de la ministra Narbona redescubren ahora algo que todos los ingenieros saben (o deberían saber) y, en particular, los diseñadores de las centrales nucleares que, por sus grandes necesidades de agua para refrigeración, las habían dotado de presas de cabecera "reversibles".
Quizá dentro de poco nos venderán como descubrimiento ahorrador de energía y paliativo del temible "gas de invernadero", la rueda, la manta zamorana y el skijama. ¿Dónde podremos patentarlos?
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