Sobre el 23-F, años después
No merece la pena, desde luego, recordar aniversarios de momentos lamentables de la historia de los pueblos. Ya se ha escrito hasta la saciedad que la historia la escriben los vencedores y, por tanto, los sucesos que han trascendido han sido decorados, tergiversados y adulterados como convenía a la mayor gloria de los que han subsistido, no importa si para conseguir esa supervivencia hayan desarrollado un papel de héroes o de verdaderos villanos, porque, en muchos casos, no habrán dejado vivos a ninguno de sus detractores para contarlo.
Hace unos ventiséis años, los más viejos del lugar llamado España, recuerdan que se pasó inquietud y algo de miedo. Unos, quemaron archivos y se refugiaron en casa de amigos sin mácula de disidencia, a la espera de que la tormenta amainara. Otros, se llevaron las manos a la cabeza, al corazón e incluso a la faltriquera. Aquellos, se mantuvieron en pie, firmes ante la amenaza y algunos, aguardaron a que el panorama se aclarara antes de tomar postura.
¿Qué pasó?. Ya nos hemos acomodado a reconocer que nunca lo sabremos bien del todo. Un grupo de gentes armadas, pretendiendo, como otras veces pasó, que debian ser garantes con su poder prestado, de que la mayoría no se desviara de lo que a ellos y a sus mentores convenía, secuestró en el Congreso de Diputados, la razón del pueblo.
Todo hubiera podido terminar en sangre, nuevamente. La democracia, apenas nacida, sollozaba entre pañales, y, ante ella empezaban a desfilar magos, demiurgos, diaños y gentes del lugar, deseándole todo tipo de bienes y augurándole variados males. Había ruido de sables y pistoletazos en las trastiendas. Con lo fácil que es criticar, había círculos en los que ciertos especialistas en anunciar desastres, se aplicaban mucho.
Por fortuna, y sin que aún supiéramos exactamente cómo y porqué, aunque no se puede ignorar que hubo un núcleo duro de resistencia desde la razón y la oportunidad. Lo formaron SM El Rey, Fernández Campo, los subsecretarios del Gobierno de entonces, algunos generales serenos y la imagen firme de Suárez, Gutiérrez Mellado y algunos otros -pero también la rabia de ver por el suelo a los representantes del pueblo-. Lo disfrutamos, hoy, todos.
AlSocaire quiere rendir homenaje a quienes, fueran quienes fueran, nominados o anónimos, nos abrieron el camino ancho hacia la paz y la tolerancia de que hoy disfrutamos todos, haciendo enrojecer de vergüenza y desprecio, esperamos que como ejemplo sempiterno, a quienes pretendieron arrogarse la capacidad de tutelar nuestra libertad.
1 comentario
Guillermo Díaz -
Es una pena que algunos se empeñen en seguir mirando atrás con leyes de memoria histórica y otras pamplinas que en vez de integrar lo que hacen es volver a dividir.