Sobre los intermediarios bancarios y sus controladores
Un tal Jerôme Kerviel, un joven de 30 años que pretendía conseguir el máximo incentivo anual que estaba previsto para su categoría de meritorio bancario, y que cuadriplicaría su sueldo, hizo tambalearse la banca francesa, abriendo un agujero de oscuras consecuencias en la sociedad que le daba de comer, Societé Generale (SG).
Kerviel era especialista en la compra venta de contratos de futuro, magníficamente potenciados con la posibilidad de hacer operaciones en tiempo real en cualquier lugar del mundo. Mientras algunos afortunados sentados ante sus ordenadores conocen las cotizaciones de los valores bursátiles en milisegundos, y cualquier plaza financiera, otros seres confiados se dedican a ganar su dinero en trabajos menos sofisticados, confiando sus ahorros a hábiles bancarios que están "cuidando" su dinero.
Una de las fórmulas de aprovechar los huecos del mercado aparece en los llamados mercados de futuros. En teoría, nacieron para que se pudiera disponer de dinero antes de que el producto final estuviera en el mercado. El cuento de la lechera, hecho realidad económica; la historia de la aceituna que se vendía como árbol, en fin. Pero también se puede hacer algo mejor, sin necesidad de esperar tanto tiempo: simplemente, se compromete una cantidad de dinero para comprar un valor en una Bolsa, y, simultáneamente, se ofrece a la venta en otra plaza, a un precio algo superior. Si las operaciones cuadran, y se hace miles de veces en poco tiempo, se puede hacer así mucho dinero.
Kerviel ha dicho en sus declaraciones que él era un mandado y que sus jefes estaban al tanto de lo que hacía. Su único problema es que sus ascendentes resultados se quebraron porque se equivocó en las previsiones, y apostó mucho dinero de los clientes del Banco en posiciones que resultaron perdedoras, porque el mercado se torció. Ay. No tuvo más remedio, asustado, que falsear los resultados, inventando operaciones ficticias, esperando que la tormenta pasara. Al fin y al cabo, había estudiado en las Altas Escuelas de Economía que el mercado, a la larga, siempre es alcista. Cuando los departamentos de control de su entidad enviaron mensajes al departamento para que explicara lo que estaba haciendo, nadie se tomó la molestia en contestarles.
Parece ahora que ese poco escrupuloso bancario apenas treinteañero ha puesto en peligro a la SG, al sistema bancario francés y hasta redujo la liquidez en varios fondos europeos. Chapeau. El sueño anticapitalista de los viejos seguidores de Marx puede hacerse realidad con solo un ordenador, una clave, y montones de plácidos controladores únicamente preocupados por conseguir los más altos bonus. Mientras, los ahorradores pueden dormir, eso sí, algo más intranquilos. Alguien estará moviendo sus ahorros para obtener altas rentabilidades. Hagan juego, señores.
1 comentario
Guillermo Díaz -
Este es un caso que ha salido a la luz por su impresionante trascendencia económica, pero yo, cuando era directivo de una multinacional financiara, he podido ver como día tras día esos juniors metían el zancarrón hasta el fondo, generaban un agujero económico que el anterior ejecutivo experimentado nunca había hecho, y claro, como el CEO era quien había tomado la decisión de encomendarle esa actividad, pelillos a la mar..