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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre las jubilaciones anticipadas y sus efectos

Telefónica despide el año con una masiva prejubilación (unas 1.500 personas, que completarían una reducción de plantilla de 15.000 empleados desde 2003), acogiéndose a los planes ERE, de regulación de empleo. La multitud de estos nuevos excedentes del mundo laboral, que pasa a engrosar el capítulo de los que vivirán a expensas del Estado (completadas sus pensiones con la generosa ayuda de la empresa causante), viene a recordar uno de los despropósitos mayores de nuestra ordenación laboral y jurídica. Para mejorar las cuentas empresariales, los gestores han hecho con total libertad un cálculo sencillo: cuesta mucho menos prescindir de personal antiguo en las empresas, abonándole las compensaciones legalmente previstas, que soportar su presencia como fuerza laboral en las plantillas. Los 300.000 euros por empleado que, según Telefónica, ha costado esta regulación, es apenas un pellizco molesto a las cuentas de la Compañía.

Hemos ya denunciado en otras ocasiones el despilfarro intelectual y de experiencia empresarial y vital que esto está suponiendo para nuestra sociedad. Eliminar de la vida laboral a quienes tienen la experiencia, basándose en mezquinos planteamientos economicistas de corto plazo, es una sangría grave y un lastre sicológico, que no solo van a sufrir los afectados directamente. Los jóvenes no lo suplen todo. Multitud de ingenieros y economistas neófitos, inexpertos abogados y jueces, investigadores,profesionales de cualquier actividad manual o intelectual sin la práctica exigible, ocupan los puestos que dejaron aquellos que, todavía con capacidad de pleno rendimiento, han pasado a teórica mejor vida.

Cuando se debate la oportunidad (o la necesidad) de prolongar la vida activa a los 70 años, para sostener el precario edificio de la Seguridad Social, estas desbandadas obligadas, estas levas de forzados pensionistas, son un despropósito. Yerran quienes piensan, por lo demás, que los nuevos trabajadores extranjeros están ayudando a mantener el balance de las prestaciones: lo pueden hacer a corto plazo, pero cualquier analista puede detectar que la inmensa mayoría de estos inmigrantes -cuya efectividad laboral no dudamos- van a volver a sus países en algún momento y, por ende, muchos calculan muy bien la combinación entre los días cotizados y las prestaciones por desempleo a que tienen derecho. Aquí encontramos, por lo demás, la razón, por la que en períodos de vacaciones, las cifras de inmigrantes empleados disminuye: con las prestaciones de desempleo en el bolsillo, no son pocos los que aprovechan las indemnizaciones para viajar a sus lugares de origen, y atraer a nuevos optantes a nuestra moderna Tierra Prometida.

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