Sobre la ayuda europea al desarrollo de Africa
La situación del continente africano es alarmante. No se trata de pasar revista a los desmanes históricos que los países europeos han concentrado en ese continente tan próximo, tan pobre en recursos agroalimentarios y tan rico en minerales y piedras preciosas, y que careció y carece de una identidad ideológica, como la que, a trancas y barrancas, se fue configurando en Europa, gracias a la tensión entre el Papado y el Imperio.
Africa está sufriendo en primera línea las consecuencias de la desertización -seguramente agravada por el cambio climático provocado por la piromanía de la Humanidad tecnológicamente más desarrollada. Los países de la llamada Africa subsahariana, en los que confluyen caciquismos postcoloniales, rivalidades étnicas, desorden administrativo, falta de planificación, escasez de recursos, etc., han descubierto el camino hacia Europa, en el medio que está al alcance de los pobres: el cayuco.
Mueren muchos en la travesía, pero mueren también los que se quedan. Ya nadie duda que los que se embarcan y embarcaron en los frágiles barquezuelos son los más jóvenes, los más fuertes. Si sobreviven en el camino, si logran introducirse en la economía europea -por abajo, obviamente, para hacer lo que sea- habrán triunfado.
Es sustancial que la Unión Europea ayude a los países subsaharianos para encontrar la vía hacia la autosuficiencia. Hay que retener a los lugareños en sus países, porque a los que llegan a Europa en cayucos, aunque sobrevivian y aunque no se les deporte les espera la marginación, el desarraigo, la explotación.
La ayuda ha de ser organizada, coherente y seria. En, al menos, cuatro vías: formación académica a los más capaces, en su caso, en las Universidades europeas (de allí han de surgir los líderes políticos y empresariales); apoyo económico, una vez seleccionadas con las autoridades locales, las vías de la industrialización y desarrollo más adecuadas a las características de cada país; auxilio administrativo, revisando las leyes, creando en su caso una estructura legislativa y constitucional avanzada y pactada, buscando la seguridad úrídica; actuaciones sociales, pretendiendo la creación de una estructura socioeconómica autosostenible, favoreciendo la creación de un entramado empresarial, que habrá de potenciar la pequeña y mediana empresa.
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